Quizás te sorprenda saber que tu rostro, esa carta de presentación al mundo que cuidas con esmero, es en realidad un ecosistema bullicioso a escala microscópica. Y entre sus habitantes más curiosos y permanentes se encuentra un bicho diminuto, casi invisible, que ha hecho de tus folículos pilosos su hogar desde tiempos inmemoriales. Hablamos de los ácaros Demodex, unos compañeros de piso que, aunque suene inquietante, forman parte de la normalidad biológica de prácticamente todos los seres humanos adultos del planeta.
La idea de tener criaturas viviendo en nuestra piel puede generar cierto repelús inicial, es comprensible, pero la realidad es mucho menos alarmante de lo que parece a simple vista. Estos ácaros, lejos de ser parásitos agresivos en la mayoría de los casos, coexisten con nosotros en una relación generalmente pacífica, alimentándose discretamente de las células muertas y el sebo que producimos. Su presencia es tan común y extendida que los científicos consideran que forman parte de nuestro microbioma cutáneo natural, un complejo entramado de microorganismos que juega un papel aún no del todo comprendido en la salud de nuestra piel.
5¿CUÁNDO EL BICHO SE PASA DE LA RAYA? DEMODICOSIS Y PROBLEMAS ASOCIADOS

Aunque la convivencia suele ser pacífica, en determinadas circunstancias, la población de ácaros Demodex puede aumentar de forma excesiva, dando lugar a una condición conocida como demodicosis. Esto ocurre cuando el equilibrio natural se rompe, generalmente debido a factores como un sistema inmunitario debilitado (por enfermedad, estrés o ciertos medicamentos), edad avanzada, o la presencia de otras afecciones cutáneas como la rosácea, con la que se ha encontrado una asociación frecuente. La proliferación de este bicho puede exacerbar la inflamación y los síntomas de estas condiciones preexistentes.
Los síntomas de la demodicosis pueden incluir enrojecimiento persistente, pápulas y pústulas (similares al acné), piel áspera y escamosa, picazón (especialmente por la noche), sensación de ardor o quemazón, e incluso blefaritis (inflamación de los párpados) si la infestación se concentra en las pestañas. El diagnóstico se realiza mediante la observación microscópica de muestras de piel (raspado cutáneo) o de pestañas/cejas extraídas. Si se confirma una sobrepoblación sintomática, existen tratamientos tópicos específicos, como cremas con ivermectina, metronidazol o permetrina, que pueden ayudar a reducir el número de ácaros y aliviar los síntomas, siempre bajo supervisión médica. Es crucial recordar, no obstante, que para la gran mayoría, este bicho es y seguirá siendo un compañero inofensivo en el complejo ecosistema de nuestra piel.