jueves, 1 mayo 2025

Este es el nutriente que te falta si siempre estás cansado aunque duermas 8 horas

Arrastrarse por la vida sintiendo que la energía se escapa por cada poro, incluso después de haber cumplido religiosamente con las ocho horas de sueño recomendadas, es una experiencia frustrante y demasiado común en nuestra sociedad acelerada. A menudo achacamos este agotamiento persistente al estrés, al exceso de trabajo o simplemente a “la vida moderna”, pero la respuesta podría esconderse en algo mucho más tangible, la carencia de un nutriente esencial que actúa como la chispa de nuestra maquinaria interna. Cuando el cuerpo no recibe suficiente combustible de calidad, por mucho que descanse el motor, el rendimiento se resiente de manera notable, dejando una sensación de lastre constante que ni el mejor café consigue disipar del todo.

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Esta paradoja del descanso ineficaz desconcierta a muchos; dormir profundamente y despertar sintiéndose como si apenas se hubieran cerrado los ojos es una señal de alarma que no deberíamos ignorar. Lejos de ser una simple cuestión de voluntad o de necesitar “más vacaciones”, este tipo de fatiga puede ser el síntoma principal de una deficiencia nutricional específica que afecta a millones de personas, muchas de las cuales ni siquiera son conscientes de ello. Explorar las posibles causas subyacentes, especialmente cuando el descanso parece no surtir efecto, es fundamental para recuperar la vitalidad perdida y volver a sentir que las noches de sueño realmente sirven para recargar las pilas y afrontar el día con la energía necesaria.

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HIERRO: EL TRANSPORTISTA INCANSABLE (QUE SI FALTA, TE DEJA TIRADO)

Fuente: Freepik

El hierro es mucho más que un simple mineral; es un componente vital de la hemoglobina, la proteína presente en los glóbulos rojos encargada de una misión crucial: transportar el oxígeno desde los pulmones a cada rincón de nuestro cuerpo. Cuando los niveles de este nutriente son insuficientes, la producción de hemoglobina disminuye, y con ella, la capacidad de la sangre para llevar oxígeno a los tejidos y músculos, lo que provoca que las células no reciban el «combustible» aéreo necesario para funcionar eficientemente. Esta falta de oxígeno celular se traduce directamente en esa sensación de fatiga abrumadora, debilidad y falta de aire que caracteriza a la anemia ferropénica, la consecuencia más conocida de la deficiencia de hierro.

Pero el cansancio no es el único síntoma que delata la falta de este importante nutriente. La palidez de la piel y las mucosas, una mayor propensión a las infecciones, dificultad para concentrarse, mareos, dolores de cabeza e incluso palpitaciones pueden ser señales de que nuestras reservas de hierro están bajo mínimos. Es fundamental entender que el hierro participa en numerosos procesos metabólicos y energéticos, por lo que su déficit impacta de forma sistémica en el bienestar general del organismo, afectando no solo a nuestra energía física sino también a nuestra capacidad cognitiva y nuestro sistema inmunitario.

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