martes, 6 mayo 2025

Esta es la multa de la DGT que pocos conocen y podrías estar cometiendo a diario

El asfalto es un escenario cotidiano donde miles de historias se cruzan, a menudo marcadas por la prisa y, seamos sinceros, cierta impaciencia colectiva. En este ir y venir constante, existen normas de circulación que, aunque fundamentales para la convivencia y la seguridad vial, pasan desapercibidas para la mayoría de conductores, y una de ellas tiene que ver con un gesto tan común como es tocar el claxon, una acción que la DGT vigila de cerca. Muchos lo utilizan como una extensión de su voz, para saludar, para quejarse o simplemente para hacerse notar, sin ser conscientes de que este uso indiscriminado puede acarrear una sanción económica nada despreciable.

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La realidad es que el sonido del claxon se ha normalizado en nuestras ciudades y carreteras hasta tal punto que pocos se detienen a pensar si su uso es realmente necesario o, más importante aún, si está permitido en esa circunstancia concreta. Creemos conocer el reglamento al dedillo, pero la rutina y las costumbres adquiridas pueden llevarnos a cometer infracciones sin darnos cuenta, exponiéndonos a multas que nos pillarían totalmente por sorpresa. Es hora de desempolvar esa parte del código de circulación que afecta a la bocina y entender por qué la Dirección General de Tráfico considera su abuso una falta sancionable, buscando siempre un equilibrio entre la comunicación necesaria y la contaminación acústica evitable.

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CONDUCCIÓN CÍVICA Y SEGURA: LA RESPONSABILIDAD EMPIEZA AL VOLANTE

Fuente: Freepik

El uso adecuado del claxon es, en última instancia, un reflejo de nuestra actitud como conductores y de nuestro nivel de civismo en la carretera. Abusar de la bocina suele ir de la mano de comportamientos impacientes o agresivos, actitudes que no solo generan malestar y contaminación acústica, sino que también pueden incrementar el riesgo de situaciones conflictivas o incluso accidentes. Practicar una conducción tranquila, paciente y empática, respetando las normas y a los demás usuarios, es la mejor estrategia para garantizar la seguridad vial y mejorar la fluidez del tráfico, un objetivo primordial para la DGT.

En definitiva, la carretera es un espacio compartido donde la cortesía y el respeto mutuo deberían ser la norma, no la excepción. Entender que el claxon es una herramienta de seguridad para casos puntuales y no un megáfono para nuestras emociones es un paso importante hacia una convivencia vial más armónica. Pequeños gestos, como evitar esa pitada innecesaria en el semáforo o al cruzarnos con un conocido, contribuyen a crear un entorno más agradable y seguro para todos, demostrando que la responsabilidad al volante va mucho más allá de cumplir con las normas más evidentes que impone la DGT.

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