Las relaciones de pareja en la era digital se enfrentan a desafíos inéditos, donde la confianza a menudo se pone a prueba a golpe de clic y notificación. El último grito en esta particular forma de «investigación» sentimental proviene, cómo no, de la inagotable fuente de tendencias virales que es TikTok, proponiendo un método aparentemente infalible para desvelar supuestas atracciones ocultas de nuestra pareja: el llamado test del reflejo pupilar. Una práctica que, bajo una capa de inocente curiosidad o juego, esconde arenas movedizas para la estabilidad de cualquier relación, mezclando pseudociencia con la vulnerabilidad de los vínculos afectivos en un cóctel potencialmente explosivo y francamente preocupante para cualquiera que valore la privacidad y el respeto mutuo.
Este supuesto truco se basa en una premisa fisiológica malinterpretada: observar si las pupilas de la pareja se dilatan al mostrarle disimuladamente fotografías de ciertas personas en el teléfono móvil. La teoría popularizada sugiere que una dilatación notable es señal inequívoca de atracción física o interés romántico, una especie de detector de mentiras biológico al alcance de cualquiera con un smartphone y ciertas dosis de suspicacia. Sin embargo, esta simplificación ignora por completo la complejidad de las respuestas fisiológicas humanas y , lejos de ser una ventana fiable al corazón ajeno, puede convertirse fácilmente en una puerta abierta a malentendidos, acusaciones infundadas y un deterioro significativo de la confianza, pilar fundamental sobre el que se sostiene cualquier relación sana y duradera que se precie de serlo.
3EL PRECIO DE LA DESCONFIANZA: LAS GRIETAS QUE ABRE ESTE «JUEGO» EN LA PAREJA

Recurrir a estratagemas como el test pupilar de TikTok para «investigar» a la pareja supone, de entrada, una quiebra fundamental de la confianza y el respeto mutuo. Implica actuar a espaldas del otro, invadir su privacidad (al revisar sus reacciones ante estímulos específicos sin su consentimiento informado) y tratar la relación no como un espacio de seguridad y honestidad, sino como un campo de minas donde se buscan constantemente señales de traición. Esta dinámica , socava los cimientos mismos de la intimidad y la conexión emocional, generando un ambiente de sospecha y tensión que es profundamente tóxico para cualquier vínculo afectivo.
Además, el simple hecho de sentir la necesidad de emplear estos métodos suele ser un síntoma de problemas subyacentes más profundos en la relación, como la inseguridad personal, la falta de comunicación efectiva o miedos no abordados. En lugar de enfrentar estas cuestiones de manera abierta y honesta, se opta por una vía indirecta y potencialmente dañina, que rara vez conduce a una solución real. El resultado más probable no es la revelación de una verdad oculta, sino , la creación de nuevas heridas, el aumento de la distancia emocional y, en muchos casos, el deterioro irreparable de una relación que quizás podría haberse salvado con diálogo y confianza.