miércoles, 4 junio 2025

Tu cuerpo produce alcohol mientras duermes y así puede darte positivo en un control

¿Imaginas dar positivo en un control de alcoholemia sin haber catado ni una gota? Pues, aunque suene a ciencia ficción o a excusa de conductor apurado, es una posibilidad real, aunque extremadamente rara, debida a que nuestro propio cuerpo puede generar alcohol endógeno en ciertas circunstancias muy particulares. Esta situación desconcertante tiene una explicación médica fascinante que desafía nuestra comprensión habitual del metabolismo y sus caprichos inesperados.

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El responsable de este fenómeno es el conocido como Síndrome de Fermentación Intestinal (SFI), también llamado síndrome de la autocervecería, una condición donde el sistema digestivo se convierte en una especie de destilería interna. En esencia, ciertos microorganismos presentes en el intestino, principalmente levaduras como la Saccharomyces cerevisiae (la misma del pan y la cerveza), fermentan los carbohidratos que ingerimos, produciendo etanol como subproducto directamente en nuestro torrente sanguíneo. Comprender este proceso nos abre una ventana a las complejidades de nuestro microbioma y cómo un desequilibrio puede tener consecuencias tan insospechadas como embarazosas para quien lo sufre.

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EL ALCOHOLÍMETRO TRAICIONERO: POSITIVO SIN HABER PROBADO GOTA

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Uno de los escenarios más problemáticos y mediáticos asociados al SFI es, sin duda alguna, el de dar positivo en un control de alcoholemia realizado por las fuerzas de seguridad sin haber ingerido ni una sola gota de alcohol previamente. El etanol producido en el intestino pasa al torrente sanguíneo y, como cualquier alcohol ingerido de forma convencional a través de bebidas, es transportado por la circulación hasta los pulmones, donde una parte se volatiliza y se exhala en el aire espirado que respiramos, siendo detectado por los etilómetros que utiliza la policía de tráfico o la Guardia Civil en sus controles rutinarios. Esto puede acarrear consecuencias legales devastadoras para el afectado si no se logra demostrar el origen endógeno y no voluntario del positivo registrado.

Demostrar ante las autoridades competentes que un resultado positivo en la prueba de alcoholemia se debe al SFI y no al consumo voluntario de bebidas es un desafío considerable, especialmente en el momento mismo del control en carretera, donde la presunción inicial suele ir en contra del conductor. La incredulidad inicial por parte de los agentes es comprensible dada la rareza del síndrome, requiriéndose generalmente informes médicos detallados y pruebas diagnósticas posteriores para poder recurrir una sanción administrativa o defenderse adecuadamente en un posible proceso judicial por un delito contra la seguridad vial. Contar con un diagnóstico médico firme y documentación oficial que acredite la condición es crucial para evitar multas cuantiosas, la retirada del carné de conducir e incluso posibles cargos penales relacionados con la conducción bajo la influencia del alcohol producido internamente.

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