Las estribaciones montañosas de Teruel esconden misterios que desafían el paso del tiempo y la lógica contemporánea. La leyenda del oro maldito en La Muela de Montalbán ha configurado no solo el imaginario colectivo de generaciones, sino también el destino demográfico de un enclave que parece atrapado entre la historia y el mito, resistiéndose a desaparecer completamente mientras la España vaciada continúa expandiéndose por el territorio nacional.
Cuando el sol se pone tras los montes turolenses, las sombras alargan las siluetas de casas abandonadas y senderos cubiertos por la maleza, dibujando un paisaje donde realidad y superstición se entrelazan de manera inquietante. Pocas localidades aragonesas conservan un vínculo tan poderoso con sus relatos ancestrales como este pequeño núcleo poblacional casi fantasma, donde cada piedra parece guardar secretos y donde los pocos habitantes que resisten narran en voz baja historias de ambición, codicia y castigos sobrenaturales que han mantenido a raya a posibles nuevos pobladores durante décadas.
3ENTRE LA SUPERSTICIÓN Y LA IDENTIDAD CULTURAL

El fenómeno sociológico que representa La Muela de Montalbán trasciende lo meramente folclórico para constituir un caso de estudio sobre cómo las narrativas populares configuran realidades tangibles. La leyenda del oro maldito no es simplemente un cuento para asustar a niños traviesos; se ha convertido en un elemento identitario para toda la comarca, en una seña distintiva que atrae tanto a antropólogos como a curiosos buscadores de experiencias paranormales.
Los escasos habitantes permanentes han desarrollado una relación ambivalente con el relato maldito. Por un lado, reconocen su efecto disuasorio para posibles nuevos vecinos o inversiones que podrían revitalizar económicamente la zona; por otro, han encontrado en esta singularidad una forma de resistencia cultural en tiempos de globalización homogeneizadora, convirtiéndose en custodios de una tradición oral que les proporciona visibilidad y cierto reconocimiento en el mapa del patrimonio inmaterial aragonés.
La administración regional ha intentado en varias ocasiones desmitificar la leyenda mediante estudios arqueológicos y geológicos que demostraran la inexistencia de cualquier depósito valioso en el subsuelo. Paradójicamente, cada intento oficial por desmontar el relato ha reforzado su credibilidad entre los lugareños, quienes interpretan estos esfuerzos como confirmación indirecta de que «algo» realmente valioso permanece oculto, algo tan importante que justificaría la intervención de autoridades interesadas en apropiarise discretamente del misterioso tesoro.