Las molestias digestivas suelen ser desestimadas como algo pasajero o consecuencia de una mala alimentación, especialmente cuando se manifiestan en la parte superior del abdomen. El dolor abdominal localizado en la zona del epigastrio, esa región entre las costillas y por encima del ombligo, podría esconder algo mucho más serio que una simple indigestión o gastritis. Miles de españoles acuden cada año a urgencias con síntomas que inicialmente atribuyen a problemas digestivos, cuando en realidad están experimentando manifestaciones atípicas de un trastorno cardíaco que requiere atención médica inmediata.
La confusión diagnóstica es comprensible dada la similitud de ciertas sensaciones y la ubicación anatómica de los órganos involucrados. Un estudio reciente del Hospital Clínic de Barcelona reveló que aproximadamente un 20% de los pacientes diagnosticados con algún tipo de cardiopatía isquémica reportaron haber sufrido previamente episodios recurrentes de dolor abdominal que fueron erróneamente atribuidos a problemas gástricos. La particularidad de estos casos radica en que, a diferencia del clásico dolor torácico irradiado al brazo izquierdo, presentaban molestias predominantemente abdominales que empeoraban durante el esfuerzo físico o situaciones de estrés emocional.
3GRUPOS DE RIESGO: ¿QUIÉNES DEBEN ESTAR MÁS ALERTA?
Ciertos perfiles poblacionales presentan mayor probabilidad de experimentar manifestaciones atípicas de problemas coronarios, incluido el dolor abdominal como síntoma principal. Las mujeres encabezan esta lista, con estudios que demuestran que hasta un 40% de ellas pueden presentar cuadros de angina sin dolor torácico característico. Los registros sanitarios europeos indican que el retraso diagnóstico en mujeres con problemas coronarios supera en promedio las cuatro horas respecto a los hombres, precisamente por la tendencia a presentar síntomas no clásicos como malestar epigástrico, fatiga inusual o molestias mandibulares. Este fenómeno, conocido como «brecha diagnóstica de género», tiene consecuencias directas en la mortalidad femenina por eventos cardíacos agudos, que podría reducirse significativamente con un mayor reconocimiento de estas presentaciones atípicas.
Los pacientes diabéticos constituyen otro grupo de especial vigilancia debido a la neuropatía que frecuentemente acompaña a esta enfermedad metabólica. La alteración de las fibras nerviosas responsables de transmitir el dolor modifica la percepción de las señales de alerta coronaria, manifestándose como dolor abdominal difuso o malestar epigástrico inespecífico en lugar de las clásicas molestias torácicas. Estadísticas recientes del Registro Nacional de Cardiopatía Isquémica revelan que aproximadamente un 35% de los diabéticos con infarto agudo de miocardio documentado reportaron haber experimentado exclusivamente síntomas digestivos en las horas o días previos al evento coronario agudo. Los adultos mayores completan esta tríada de riesgo, pues la disminución de receptores del dolor y los cambios en el sistema nervioso autónomo asociados al envejecimiento alteran significativamente la presentación clínica de las enfermedades cardiovasculares, primando los síntomas vagos como el dolor abdominal, la confusión o el malestar generalizado sobre los indicadores clásicos.