Parece mentira cómo la tecnología, que avanza a pasos agigantados para hacernos la vida supuestamente más fácil, a menudo esconde pequeñas trampas que acaban pasándonos factura, y nunca mejor dicho. Hablamos de ese goteo silencioso de energía que muchos de nuestros aparatos electrónicos mantienen incluso cuando creemos haberlos apagado, un fenómeno conocido popularmente como consumo fantasma y que en el caso de tu flamante Smart TV puede ser más significativo de lo que imaginas, engordando innecesariamente el recibo de la luz mes tras mes sin que apenas nos demos cuenta de ello mientras disfrutamos de sus múltiples funciones conectadas.
Este derroche invisible, casi vampírico, se debe en gran medida a funciones diseñadas para ofrecer una comodidad inmediata, como el modo de inicio rápido que permite que el televisor se encienda en cuestión de segundos, o la escucha activa permanente para responder a nuestros comandos de voz al instante. Sin embargo, esta conveniencia tiene un precio oculto, ya que implica que el aparato nunca llega a desconectarse del todo, manteniendo ciertos componentes internos en un estado de alerta constante que consume electricidad de forma continua.
1EL LADRÓN SILENCIOSO QUE ENGORDA TU FACTURA

El concepto de consumo fantasma o ‘standby’ no es nuevo, llevamos años oyendo hablar de él, pero quizás no somos del todo conscientes de su magnitud real en el hogar actual, repleto de dispositivos permanentemente conectados o en espera. Se trata de esa energía que consumen los electrodomésticos y aparatos electrónicos cuando están apagados pero siguen enchufados a la corriente eléctrica, un gasto que, aunque pequeño individualmente, sumado a lo largo de todos los aparatos y durante todo el año, puede representar una parte nada despreciable de nuestra factura eléctrica total, afectando directamente a la economía familiar. En el caso específico de una Smart TV, estas funciones de conveniencia modernas han exacerbado el problema notablemente.
La cuestión va más allá del simple ahorro económico, aunque este sea un incentivo poderoso para la mayoría; también tiene una vertiente medioambiental importante que no deberíamos obviar en los tiempos que corren. Ese consumo agregado de millones de hogares representa un gasto energético enorme a nivel global, contribuyendo innecesariamente a la demanda de electricidad y, por ende, a la huella de carbono asociada a su generación, por lo que reducirlo es un gesto responsable. Poner freno a este despilfarro silencioso está en nuestra mano, empezando por comprender qué funciones de nuestra Smart TV son las principales culpables y cómo podemos gestionarlas de manera más eficiente.