Parece mentira cómo la tecnología, que avanza a pasos agigantados para hacernos la vida supuestamente más fácil, a menudo esconde pequeñas trampas que acaban pasándonos factura, y nunca mejor dicho. Hablamos de ese goteo silencioso de energía que muchos de nuestros aparatos electrónicos mantienen incluso cuando creemos haberlos apagado, un fenómeno conocido popularmente como consumo fantasma y que en el caso de tu flamante Smart TV puede ser más significativo de lo que imaginas, engordando innecesariamente el recibo de la luz mes tras mes sin que apenas nos demos cuenta de ello mientras disfrutamos de sus múltiples funciones conectadas.
Este derroche invisible, casi vampírico, se debe en gran medida a funciones diseñadas para ofrecer una comodidad inmediata, como el modo de inicio rápido que permite que el televisor se encienda en cuestión de segundos, o la escucha activa permanente para responder a nuestros comandos de voz al instante. Sin embargo, esta conveniencia tiene un precio oculto, ya que implica que el aparato nunca llega a desconectarse del todo, manteniendo ciertos componentes internos en un estado de alerta constante que consume electricidad de forma continua.
2¿ARRANQUE RÁPIDO O DESPILFARRO CONSTANTE?

Una de las funciones estrella que muchos fabricantes incorporan en sus televisores inteligentes es el llamado ‘Modo de inicio rápido’, ‘Quick Start’ o alguna denominación similar que promete encender la pantalla casi al instante, evitando la espera de unos segundos que solía ser habitual. Esta comodidad es innegable, sobre todo cuando llegamos a casa cansados y solo queremos relajarnos viendo nuestro programa favorito sin demoras, pero esconde un consumo energético permanente que a menudo pasa desapercibido para el usuario medio hasta que analiza con detenimiento las especificaciones o la factura. La diferencia entre un arranque en tres segundos y uno en quince puede parecer trivial, pero el coste energético subyacente no lo es tanto.
Técnicamente, este modo lo que hace es mantener la Smart TV en un estado de bajo consumo, pero no completamente apagada; es como si estuviera hibernando en lugar de durmiendo profundamente. Mantiene activos ciertos procesos y componentes esenciales para poder ‘despertar’ rápidamente, lo que implica un flujo constante de electricidad, pequeño sí, pero ininterrumpido durante las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, siempre que el televisor esté conectado a la red eléctrica. Hay que sopesar si esa mínima ganancia en tiempo de encendido justifica realmente el sobrecoste energético anual que supone mantener esta función activada por defecto.