domingo, 4 mayo 2025

La miel «falsa» inunda los supermercados: así puedes detectarla según expertos apícolas

El mercado alimentario español se enfrenta a un problema cada vez más extendido que afecta a uno de los productos más valorados por los consumidores. La miel adulterada o falsificada está ocupando un espacio preocupante en los lineales de supermercados, poniendo en riesgo tanto la calidad del producto que llega a nuestras mesas como la supervivencia del sector apícola nacional. Esta situación ha generado una creciente preocupación entre los expertos, quienes advierten sobre las consecuencias de consumir estos sucedáneos que poco tienen que ver con el auténtico néctar de las abejas.

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Lo que muchos consumidores desconocen es que, bajo la apariencia del preciado oro líquido, se esconden mezclas adulteradas con siropes baratos de arroz o maíz, que imitan el color y textura de la auténtica miel pero carecen por completo de sus propiedades nutricionales y organolépticas. Estas falsificaciones no solo representan un fraude para el bolsillo, sino un atentado contra la tradicional cultura apícola española y sus estándares de calidad, reconocidos internacionalmente por la pureza y excelencia de sus productos. El problema ha alcanzado tales dimensiones que los propios apicultores han comenzado a movilizarse para alertar a la sociedad sobre cómo identificar estos productos fraudulentos.

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EL IMPACTO ECONÓMICO Y AMBIENTAL DE LA FALSIFICACIÓN

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El sector apícola español, con más de 33.000 apicultores registrados y aproximadamente 3 millones de colmenas, se enfrenta a una crisis sin precedentes debido a esta competencia desleal. Los productores de miel auténtica no pueden equiparar sus precios a los de los productos adulterados sin trabajar a pérdidas, lo que ha provocado que muchos pequeños apicultores hayan tenido que abandonar su actividad en los últimos años, con el consiguiente impacto en la economía rural y la biodiversidad. La apicultura representa no solo una actividad económica, sino un pilar fundamental para el mantenimiento de los ecosistemas.

Las abejas, a través de su labor polinizadora, son responsables de la reproducción de más del 70% de las especies vegetales del planeta, incluidos muchos cultivos fundamentales para nuestra alimentación. La disminución de la actividad apícola tiene, por tanto, consecuencias directas sobre la biodiversidad y los ecosistemas. Los expertos advierten que la crisis del sector podría traducirse en una menor presencia de colmenas en nuestros campos, afectando negativamente a la polinización natural y generando un efecto dominó sobre los cultivos que dependen de ella para su producción, desde los frutales hasta las hortalizas, pasando por numerosas especies silvestres que contribuyen al equilibrio de nuestros espacios naturales.

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