martes, 6 mayo 2025

Beber esto te mata poco a poco: La OMS da la cifra que aterra, y tú lo ignoras

El tintineo de copas acompaña nuestras celebraciones, las cañas con amigos son casi un ritual sagrado y una copa de vino parece la compañera inseparable de muchas comidas. El alcohol está tan arraigado en nuestra cultura, tan normalizado en nuestro día a día, que a menudo olvidamos la cara oculta de su consumo. Pero tras esa fachada festiva se esconde una realidad mucho más sombría, una que la OMS lleva tiempo señalando con creciente preocupación y cuyas consecuencias a largo plazo son devastadoras para la salud individual y colectiva, aunque muchos prefieran mirar hacia otro lado.

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Lo sabemos, en el fondo, todos intuimos que abusar no es bueno, pero la línea entre el disfrute social y el riesgo parece difuminarse con demasiada facilidad. Nos aferramos a la idea del consumo «moderado», a la copa «social», ignorando que el daño no siempre es inmediato ni evidente. Es un enemigo silencioso que actúa lentamente, minando nuestra salud de forma progresiva sin que apenas nos demos cuenta, hasta que un día, la factura llega en forma de diagnóstico médico, una factura que, según las cifras globales, es terriblemente alta.

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MÁS ALLÁ DE LA RESACA: LA VERDAD INCÓMODA DEL ALCOHOL

Fuente Pexels

En España, el alcohol forma parte del tejido social de una manera muy profunda, desde las fiestas patronales hasta el vermú del domingo, pasando por las sobremesas que se alargan. Esta omnipresencia dificulta enormemente la percepción del riesgo real que entraña su consumo habitual, incluso en cantidades que popularmente se consideran bajas o aceptables. Sin embargo, la ciencia y organismos como la OMS insisten en que no existe un umbral seguro para el consumo de alcohol, especialmente si consideramos sus efectos acumulativos y su relación directa con múltiples enfermedades graves, rompiendo con la extendida creencia de que «un poco no hace daño».

El verdadero peligro del alcohol reside en su capacidad para infligir daño de manera paulatina, casi imperceptible al principio, afectando a prácticamente todos los órganos del cuerpo. No se trata solo de la resaca del día después, sino de un deterioro constante que va mermando la función hepática, cardiovascular y neurológica con el paso del tiempo. Es precisamente esta naturaleza insidiosa, un proceso lento pero implacable que afecta a múltiples órganos vitales, lo que lleva a muchas personas a subestimar sus efectos y a mantener hábitos de consumo que, a la larga, resultan ser extremadamente perjudiciales para su bienestar.

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