Las aceras y calzadas de nuestras ciudades se han llenado de un nuevo protagonista silencioso y veloz: los patinetes eléctricos. La OCU ha puesto el foco recientemente en este fenómeno, alertando sobre una realidad mucho menos amable que la simple conveniencia que aparentan estos vehículos de movilidad personal (VMP). Detrás de la moda y la aparente solución de movilidad urbana se esconde una maraña de irregularidades y engaños que ponen en jaque la seguridad de los usuarios y la de los peatones, convirtiendo lo que debería ser un avance en un potencial quebradero de cabeza para muchos ciudadanos desprevenidos que buscan alternativas al transporte tradicional o simplemente una forma más ágil de moverse por la urbe contemporánea.
La proliferación descontrolada de estos aparatos ha traído consigo un caldo de cultivo perfecto para el timo y la negligencia, un escenario donde la falta de información clara y una regulación a veces confusa dejan al consumidor desprotegido frente a prácticas comerciales dudosas y productos de calidad ínfima. Desde problemas graves de seguridad en su construcción hasta la incertidumbre sobre la necesidad de seguros obligatorios o las dificultades con las homologaciones pertinentes, el panorama es más complejo y espinoso de lo que parece a simple vista cuando uno se decide a adquirir uno de estos populares vehículos. Es hora de desgranar qué hay de verdad en esta jungla sobre ruedas que ha conquistado el asfalto español, analizando los puntos críticos que todo usuario potencial o actual debería conocer para evitar sorpresas desagradables y riesgos innecesarios.
1LA SEGURIDAD EN ENTREDICHO: UN CAMPO MINADO URBANO

Adentrarse en el mundo de los patinetes eléctricos baratos puede ser como jugar a la ruleta rusa con la propia integridad física y la de los demás viandantes. Muchos modelos que inundan el mercado, especialmente los de precios sospechosamente bajos que actúan como cebo para compradores incautos, presentan deficiencias alarmantes en elementos cruciales para la seguridad, fallos que van desde sistemas de frenado poco fiables hasta luces que apenas iluminan o son visibles por otros vehículos en condiciones de baja luminosidad. La organización de consumidores OCU ha señalado en diversas ocasiones la fragilidad de ciertos componentes, como manillares endebles o ruedas de mala calidad, y la falta de controles rigurosos antes de su puesta a la venta masiva en plataformas online y tiendas físicas.
Esta precariedad constructiva se traduce directamente en un mayor riesgo de accidentes graves, caídas inesperadas por fallos estructurales durante la marcha o la imposibilidad de reaccionar a tiempo ante un imprevisto por culpa de unos frenos deficientes que alargan peligrosamente la distancia de detención. La ausencia de pruebas de resistencia exhaustivas y de ensayos de durabilidad en muchos de estos VMP de bajo coste es una constante que la OCU denuncia con insistencia, dejando al usuario final como el involuntario sujeto de pruebas en el peligroso y ajetreado entorno urbano, donde cualquier fallo mecánico puede tener consecuencias fatales o dejar secuelas permanentes. La falta de estándares mínimos de calidad es alarmante.