¿Cuántas veces has maldecido tu conexión a internet mientras intentabas ver una serie en streaming o participar en una videollamada crucial? Esa desesperante lentitud, ese icono de carga girando hasta el infinito, puede tener muchas causas, pero a menudo la más insospechada reside entre tus propias paredes. Pocos sospechan que el rendimiento de su WiFi puede verse drásticamente afectado por presencias digitales no invitadas que consumen ancho de banda sin permiso.
Es una situación más común de lo que parece, sobre todo en edificios de vecinos o en hogares donde la seguridad de la red inalámbrica se ha descuidado. Pensamos en el proveedor de servicios, en la antigüedad del router o incluso en la distancia al punto de acceso, pero rara vez consideramos que el vecino del tercero, algún dispositivo olvidado en un cajón o incluso un invitado pasado puedan estar conectados furtivamente. Esta sangría silenciosa de megabytes es la responsable de que tu flamante conexión de fibra óptica funcione, como se dice coloquialmente, a pedales, afectando a todas tus actividades online.
3LA CAJA DE PANDORA DE LA CONTRASEÑA: MÁS QUE LETRAS Y NÚMEROS

La puerta de entrada más habitual para estos intrusos digitales es, sin lugar a dudas, una contraseña débil o predecible para tu red WiFi. Muchos usuarios mantienen la clave que viene por defecto con el router del operador, la cual a veces sigue patrones conocidos o es relativamente fácil de averiguar mediante herramientas automatizadas. Utilizar contraseñas robustas, que combinen mayúsculas, minúsculas, números y símbolos, y que no tengan relación con datos personales fácilmente obtenibles (fechas de nacimiento, nombres, etc.), es la primera y más importante barrera de seguridad que puedes establecer. Los protocolos de seguridad actuales como WPA2 o el más reciente WPA3 ofrecen un cifrado fuerte, pero su efectividad depende directamente de la fortaleza de la contraseña elegida.
Además de la propia clave de la red, está el riesgo asociado a compartirla sin control. Es tentador dar la contraseña a amigos, familiares o visitas ocasionales, pero esto aumenta exponencialmente las posibilidades de que acabe en manos indeseadas o que dispositivos de terceros queden permanentemente asociados a tu red. Incluso el sistema WPS (Wi-Fi Protected Setup), diseñado para facilitar la conexión de dispositivos, ha demostrado tener vulnerabilidades si no se gestiona adecuadamente o si se deja activado por defecto, pudiendo ser un punto débil explotable. La gestión cuidadosa de quién y cómo accede a tu red WiFi es tan crucial como la propia contraseña.