En el trajín diario de nuestras cocinas, hay costumbres que damos por sentadas, gestos casi automáticos que repetimos sin pensar en sus posibles consecuencias. Resulta que una de estas prácticas, aparentemente inofensiva y extendida en millones de hogares españoles, podría estar convirtiendo nuestros platos y utensilios en un caldo de cultivo para microorganismos indeseables, según advertencias que la OMS viene reiterando con preocupación. Este descuido, que muchos consideran menor, puede tener implicaciones más serias de lo que imaginamos para la salud de toda la familia, transformando el corazón del hogar en un inesperado foco de riesgo.
La mayoría de las veces, la prisa o el desconocimiento nos llevan a cometer pequeños errores en la limpieza del menaje que, aunque no lo parezca, pueden tener un impacto directo en nuestra salud y la de nuestra familia. No se trata de generar una alarma innecesaria, sino de tomar conciencia sobre la importancia de unos hábitos de higiene correctos en un espacio tan sensible como es la cocina, el corazón de muchos hogares, y cómo un gesto tan cotidiano como el lavado de los platos, si no se realiza adecuadamente, puede ser la puerta de entrada a problemas que preferiríamos evitar.
5MÁS ALLÁ DEL PLATO: OTROS RINCONES DE RIESGO QUE LA OMS TAMBIÉN VIGILA EN TU COCINA

La preocupación por la higiene en la cocina no debe limitarse exclusivamente a la vajilla, los vasos y los cubiertos, pues existen otros elementos y superficies que pueden albergar una cantidad sorprendente de bacterias si no se manejan y limpian correctamente. Las tablas de cortar, especialmente las de madera o plástico que presentan surcos por el uso, pueden ser un nido de contaminación cruzada si se utilizan para carnes crudas y luego para vegetales frescos sin una desinfección intermedia adecuada y exhaustiva, una advertencia que la OMS recalca constantemente en sus comunicados sobre seguridad alimentaria. El propio fregadero, los grifos y los pomos de los armarios también requieren una limpieza y desinfección periódica para evitar la propagación de gérmenes.
Mención aparte merecen los estropajos, esponjas y bayetas de cocina, que según diversos estudios científicos, pueden ser los objetos más contaminados de toda la casa si no se reemplazan o desinfectan asiduamente, incluso más que el inodoro. Sumergirlos en una solución de agua con lejía diluida durante unos minutos, lavarlos en el lavavajillas a alta temperatura o introducirlos húmedos en el microondas durante un minuto (asegurándose siempre de que no contengan partes metálicas) son métodos efectivos para reducir drásticamente su carga bacteriana, un pequeño gesto que contribuye enormemente a la seguridad alimentaria general del hogar y a prevenir intoxicaciones. En definitiva, seguir las pautas de la OMS en materia de higiene en la cocina es una inversión directa en nuestra salud y bienestar, y el correcto lavado de platos es solo una pieza, aunque fundamental, de este importante puzle sanitario doméstico.