La emoción de un viaje inminente, esa sensación de aventura que nos embarga justo antes de despegar, a menudo nos lleva a compartir instantáneas de nuestros preparativos en las redes sociales. Muchos sucumben a la tentación de publicar una foto del billete de avión, sin percatarse del todo de los riesgos que entraña ese gesto aparentemente inocente, que puede abrir la puerta a problemas inesperados. Esa imagen, que para nosotros simboliza el inicio de unas merecidas vacaciones o un importante desplazamiento profesional, puede convertirse en un festín de datos para ojos indiscretos y con intenciones aviesas.
Lo que para la mayoría es un simple alarde de futuras vacaciones o un recuerdo anticipado de una escapada, para otros, con intenciones menos nobles, es una fuente de información valiosísima. Ese trozo de papel, o su equivalente digital, contiene mucho más que el destino y la hora de salida, y es precisamente esa información oculta la que puede convertir un acto de alegría en un verdadero quebradero de cabeza, afectando no solo a ese viaje concreto sino a nuestra seguridad digital en un sentido más amplio. Conviene, por tanto, pararse a pensar dos veces antes de darle al botón de «publicar» con esa tarjeta de embarque en primer plano.
1EL CÓDIGO DE BARRAS: UN CHIVATO SILENCIOSO EN TU TARJETA DE EMBARQUE

La mayoría de nosotros ve un billete de avión y piensa en destinos exóticos, reencuentros familiares o importantes reuniones de negocios, sin reparar en los detalles técnicos. Sin embargo, ese código de barras que parece una simple maraña de líneas negras esconde una cantidad sorprendente de datos personales y detalles del vuelo, información que, en manos equivocadas, puede ser utilizada con fines fraudulentos o para el robo de identidad. Desde el nombre completo del pasajero hasta el localizador de la reserva, pasando por el número de viajero frecuente e incluso, en algunos casos, información sobre el itinerario completo o el precio pagado.
Los delincuentes informáticos, siempre al acecho de cualquier descuido, poseen herramientas y conocimientos para decodificar rápidamente esa información aparentemente críptica del billete de avión. Lo que publicamos como un símbolo de libertad o emoción, puede transformarse en la llave de acceso a nuestra reserva completa, permitiéndoles no solo visualizarla, sino potencialmente modificarla, cancelarla o, peor aún, acceder a datos vinculados como nuestro número de teléfono, correo electrónico o incluso los últimos cuatro dígitos de la tarjeta de crédito utilizada para la compra.