La reina Letizia protagonizó uno de los momentos más emotivos del año al reencontrarse con su hija mayor, la princesa Leonor, después de casi cuatro meses sin verse. Desde que la heredera del trono embarcara en Cádiz el pasado 11 de enero como parte de su formación en la Armada, madre e hija no habían podido abrazarse. Ese ansiado encuentro tuvo lugar en Ciudad de Panamá, donde el buque escuela Juan Sebastián de Elcano hacía escala, y las imágenes captadas allí ya forman parte de la historia sentimental de la familia real.
La reina Letizia viajó más de 8.000 kilómetros y soportó un vuelo de 13 horas para vivir apenas unas horas con su hija. Esperó impaciente entre madres y novias de guardiamarinas en el puerto de Amador. Eran las 8:07 de la mañana cuando Leonor, desde la cubierta, comenzó a buscar con la mirada a su madre. Lo que siguió fue un emotivo cruce de sonrisas, gestos, brazos en alto y finalmente dos abrazos seguidos, cargados de emoción y complicidad, que dejaron a todos con el corazón encogido.
3El adiós fue tan emotivo como el reencuentro

El tiempo compartido fue breve pero intenso. La reina Letizia, tras vivir esa jornada tan especial con Leonor, volvió a Madrid para retomar su agenda oficial. El 9 de mayo asistirá a la Feria del Libro Permanente, y el domingo 11 acompañará al Rey en la conmemoración del 80 aniversario de la liberación del campo de Mauthausen. Mientras tanto, el buque escuela Juan Sebastián de Elcano continuará su travesía, esta vez rumbo a Colombia, llevando consigo no solo a la princesa, sino también los recuerdos de una madre que cruzó medio mundo para decirle cuánto la quiere.
Ese esfuerzo y entrega personal por parte de Letizia ha conmovido mucho a los ciudadanos, que han visto en este gesto no solo una muestra de afecto, sino también de humanidad. Porque más allá de los títulos, del protocolo y de las obligaciones institucionales, la reina Letizia se mostró simplemente como una madre emocionada. Una madre que, pese a todo, hizo lo imposible para reencontrarse con su hija y recordarle que siempre estará ahí, pase lo que pase.