El Mediterráneo español esconde auténticos tesoros que, pese a su belleza deslumbrante, permanecen relativamente desconocidos para el turismo masivo. En la provincia de Alicante, entre acantilados y aguas cristalinas, se encuentra un rincón que parece sacado de una postal italiana: Villajoyosa. Con sus características casas de colores que se asoman al mar como un arcoíris urbano, este municipio costero representa uno de los secretos mejor guardados de la Costa Blanca, ofreciendo un escenario perfecto para quienes buscan autenticidad y belleza en sus fotografías vacacionales.
Situada a apenas 32 kilómetros de la capital provincial, esta localidad marinera ha sabido conservar su esencia a lo largo de los siglos. Sus orígenes se remontan a la época romana, cuando ya era un importante enclave comercial, aunque fue durante el período medieval cuando comenzó a configurarse con la fisonomía que la caracteriza hoy. Las casas multicolores que tanto llaman la atención de los visitantes cumplen, de hecho, una función histórica: servían como referencia visual para que los pescadores pudieran identificar su hogar desde el mar, incluso en condiciones de poca visibilidad, convirtiendo la necesidad práctica en un sello de identidad que hoy fascina a los miles de turistas que descubren esta joya alicantina cada año.
4GASTRONOMÍA JUNTO AL MAR: SABORES AUTÉNTICOS DE LA COSTA BLANCA

Ninguna visita a Villajoyosa estaría completa sin degustar su extraordinaria oferta gastronómica, basada principalmente en los productos del mar. El arroz con sepionet, elaborado con pequeños calamares, representa uno de los platos más emblemáticos de la cocina local y constituye una variante única dentro del rico recetario arrocero alicantino, menos conocida que la paella pero igualmente deliciosa. Los restaurantes ubicados junto al puerto pesquero ofrecen estos manjares con la garantía de frescura que supone ver cómo las barcas descargan su captura diaria a escasos metros de las mesas.
Los dulces también ocupan un lugar privilegiado en la gastronomía villera, con especialidades como los buñuelos de calabaza o las peladillas. Sin embargo, es el chocolate el que se lleva la palma, con creaciones artesanales que han traspasado fronteras y posicionado a este rincón de Alicante como referencia dulce a nivel nacional, especialmente durante las fiestas patronales de Santa Marta, cuando la tradición gastronómica alcanza su máxima expresión. La experiencia culinaria se completa con la visita a la Lonja, donde cada tarde se celebra la subasta de pescado, un espectáculo auténtico que permite comprender mejor la estrecha relación de Villajoyosa con el mar que la ha sustentado durante siglos.