El panorama educativo actual se encuentra en una encrucijada donde la salud y el bienestar infantil cobran mayor protagonismo frente a los tradicionales objetivos académicos. La OMS ha lanzado recientemente un llamamiento urgente para transformar los entornos escolares, considerando que los centros educativos son espacios fundamentales para forjar los hábitos que acompañarán a los más pequeños durante toda su vida adulta. Esta iniciativa surge como respuesta a los alarmantes datos sobre obesidad infantil, sedentarismo y problemas de salud mental que afectan a millones de niños en todo el mundo.
Las últimas décadas han revelado un incremento preocupante en patologías que antes eran prácticamente inexistentes en la población infantil. Diabetes tipo 2, hipertensión y trastornos de ansiedad son solo algunas de las afecciones que han aumentado exponencialmente entre los escolares. El entorno educativo, donde los niños pasan aproximadamente un tercio de su tiempo diario, se convierte así en un escenario prioritario para implementar cambios estructurales que favorezcan el desarrollo integral y saludable de las futuras generaciones.
3SALUD MENTAL: EL GRAN OLVIDADO QUE LA OMS PONE EN PRIMER PLANO

Los problemas de salud mental entre la población infantil y adolescente han experimentado un crecimiento alarmante en los últimos años, situación que se ha visto agravada tras la pandemia. La OMS insta a los centros educativos a implementar programas estructurados de bienestar emocional que vayan más allá de intervenciones puntuales. Las técnicas de mindfulness, la gestión emocional y la prevención del acoso escolar deben integrarse de manera transversal en la vida académica, convirtiendo el bienestar psicológico en una prioridad educativa al mismo nivel que las matemáticas o la lengua, no como un complemento opcional.
El estrés académico constituye uno de los principales factores de riesgo para la salud mental de los estudiantes, especialmente en sistemas educativos muy centrados en los resultados y las evaluaciones continuas. La OMS propone un replanteamiento del modelo evaluativo, reduciendo la presión competitiva y fomentando entornos de aprendizaje cooperativos. Los horarios escolares, a menudo diseñados sin tener en cuenta los ritmos biológicos y las necesidades de descanso de los niños y adolescentes, también requieren una revisión urgente según las recomendaciones internacionales, que abogan por inicios de jornada más tardíos para los estudiantes de secundaria y por la inclusión de tiempos específicos dedicados a la relajación y la desconexión a lo largo del día lectivo.