En el laberinto de callejuelas que conforman el casco antiguo de Madrid se esconden verdaderos tesoros arquitectónicos que pasan desapercibidos para la mayoría de los visitantes. La historia de la capital española se revela en cada rincón, mostrando vestigios de épocas pasadas que han sobrevivido al paso del tiempo y a las sucesivas transformaciones urbanas. Entre estos peculiares vestigios destaca la Calle del Álamo, considerada la vía más angosta de todo Madrid, donde literalmente es posible tocar ambas paredes extendiendo los brazos.
El encanto de estos espacios reducidos forma parte del patrimonio cultural madrileño, capaz de transportar al paseante a otros tiempos. Esta estrechez característica no es fruto del azar, sino consecuencia directa de la evolución histórica de Madrid y de las necesidades defensivas y urbanísticas de los siglos pasados. Los vecinos y comerciantes de la zona han convertido esta peculiaridad en un atractivo que, lejos de suponer un inconveniente para el desarrollo de la vida cotidiana, aporta un carácter único al barrio donde se encuentra esta particular calle.
1¿DÓNDE SE ENCUENTRA EXACTAMENTE LA CALLE MÁS ANGOSTA DE LA CAPITAL?
La Calle del Álamo se ubica en pleno corazón del Madrid de los Austrias, entre la Plaza de la Paja y la Calle del Almendro, en el histórico barrio de La Latina. Este barrio, uno de los más castizos de Madrid, conserva el trazado medieval que caracterizaba a la ciudad antes de las grandes reformas urbanísticas. La estrecha vía permanece como testigo silencioso del Madrid antiguo, resistiendo estoicamente frente a la modernización acelerada que ha experimentado el resto de la ciudad en las últimas décadas.
Su localización estratégica la convierte en paso obligado para quienes se adentran en el Madrid más auténtico, aunque muchos transeúntes la atraviesan sin ser conscientes de su importancia histórica. El recorrido por esta calle apenas lleva unos segundos debido a sus escasos metros de longitud, pero representa un viaje en el tiempo hacia la época en que Madrid comenzaba a configurarse como villa. Esta peculiar ubicación, tan cercana a otros puntos de interés turístico como la Plaza Mayor o el Mercado de San Miguel, la convierte en una parada obligada para quienes buscan descubrir los secretos mejor guardados de la capital.