viernes, 9 mayo 2025

La señal de tráfico ‘invisible’ en el suelo que te puede costar 200€ en Madrid

Conducir por las grandes urbes españolas, y Madrid no es una excepción, se ha convertido en una suerte de yincana donde la pericia al volante compite con la necesidad de descifrar un entramado normativo cada vez más enrevesado. A menudo, la atención se centra en las señales verticales, esos postes que nos alertan de peligros o prohibiciones, pero existe otra señal de tráfico mucho más sutil, casi invisible para el conductor apresurado, que yace directamente bajo nuestras ruedas y cuya ignorancia puede salir muy cara.

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Hablamos, cómo no, de las marcas viales, esa pintura que delimita carriles, indica direcciones o restringe accesos, y que, pese a su aparente modestia, tiene la misma validez legal que sus homólogas metálicas. El desconocimiento o la simple distracción ante estas indicaciones horizontales, especialmente en zonas de circulación restringida como los carriles bus-VAO, está llevando a muchos conductores madrileños a enfrentarse a sanciones económicas que rondan los doscientos euros, una cifra nada despreciable que nos obliga a prestar mucha más atención al asfalto que pisamos.

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PINTURA EN EL SUELO: ¿TAN VINCULANTE COMO UNA SEÑAL VERTICAL?

Fuente Pexels

Existe una percepción generalizada, y errónea, de que las marcas pintadas sobre el pavimento tienen un rango inferior a las señales verticales, como si fueran una mera sugerencia o una recomendación de segundo orden. Nada más lejos de la realidad, el Reglamento General de Circulación es meridianamente claro al respecto: las marcas sobre el pavimento son, a todos los efectos, una señal de tráfico con plena potestad reguladora y su incumplimiento acarrea las mismas consecuencias legales que desobedecer una señal de stop o un semáforo en rojo. Esta equiparación es fundamental para entender la gravedad de ignorarlas.

La Dirección General de Tráfico insiste periódicamente en la obligatoriedad de respetar estas indicaciones horizontales, que complementan, y en ocasiones sustituyen o prevalecen sobre otras formas de señalización, creando un sistema integral de información para el conductor. El problema radica en que, a diferencia de una señal vertical que se alza imponente ante nuestra vista, la señal de tráfico horizontal requiere una mirada más atenta al firme, una costumbre que no todos los conductores tienen interiorizada, especialmente en el fragor del tráfico denso de una ciudad como Madrid, donde la multitarea visual es constante.

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