La seguridad en nuestras carreteras es una de esas batallas diarias que la DGT libra con ahínco y donde cada detalle cuenta. Y a veces, los detalles más aparentemente inocuos son los que esconden un peligro considerable, como ese gesto casi automático que muchos conductores y pasajeros realizan con el cinturón de seguridad sin ser plenamente conscientes de las implicaciones que conlleva, tanto para su integridad física como para su bolsillo.
Hablamos de esa costumbre, tan extendida como arriesgada, de colocarse la banda diagonal del cinturón por debajo del brazo, en lugar de permitir que cruce el pecho desde el hombro hasta la cadera contraria. Una práctica que, si bien puede parecer que alivia una supuesta incomodidad o evita arrugas en la ropa, en realidad anula casi por completo la eficacia de este sistema vital de retención, convirtiendo un elemento diseñado para salvar vidas en un potencial enemigo en caso de accidente. Es un engaño a uno mismo, una falsa sensación de cumplimiento que puede tener consecuencias nefastas en caso de frenazo brusco o colisión.
3¿POR QUÉ ESA MANÍA DE JUGARSE EL TIPO? LAS EXCUSAS MÁS COMUNES

Resulta curioso cómo, a pesar de las continuas campañas de concienciación y la evidencia científica sobre su eficacia, todavía hay quien se resiste a utilizar el cinturón de seguridad de forma adecuada. Las excusas son variadas, pero ninguna de ellas justifica el riesgo que se asume: que si molesta, que si oprime, que si para un trayecto corto no hace falta, que si uno conduce «muy bien» y nunca le va a pasar nada. Son pretextos que se desmoronan ante la cruda realidad de las estadísticas de siniestralidad que maneja la DGT.
La comodidad momentánea o la pereza de ajustarse correctamente el dispositivo no pueden anteponerse jamás a la seguridad propia y la de los demás ocupantes del vehículo. Muchos de los que argumentan incomodidad, probablemente no han dedicado el tiempo necesario a regular la altura del anclaje superior del cinturón, una opción disponible en la mayoría de los coches modernos y que permite un ajuste óptimo. La DGT recuerda que el cinturón está diseñado para proteger, no para incordiar, siempre que se utilice como los ingenieros lo concibieron.