La batalla por el ahorro en la cesta de la compra se ha convertido en una odisea para millones de españoles que afrontan la escalada de precios. La OCU ha destapado recientemente una serie de estrategias que utilizan los supermercados para crear una falsa sensación de ahorro mientras el consumidor termina gastando más de lo previsto. Estas tácticas, que caminan en el límite de la legalidad, aprovechan la vulnerabilidad de un público cada vez más preocupado por estirar su presupuesto familiar en tiempos de inflación.
El fenómeno no es nuevo, pero ha alcanzado niveles alarmantes según denuncian desde diferentes asociaciones de consumidores. Los datos recabados por los analistas demuestran cómo estas prácticas se han intensificado en el último año, generando una distorsión significativa en la percepción del valor real de los productos y creando falsas expectativas de ahorro. El escrutinio detallado de estas estrategias revela un entramado de técnicas de marketing que, aunque legales en su mayoría, plantean serias dudas éticas sobre la transparencia comercial en un sector tan sensible como la alimentación.
1LA TRAMPA DE LOS PRODUCTOS ‘GANCHO’: PRECIOS BAJOS QUE ESCONDEN SORPRESAS

Los supermercados han perfeccionado el arte de atraer clientes mediante ofertas aparentemente irresistibles en productos estratégicos. La OCU ha identificado que estos artículos gancho suelen ubicarse en zonas alejadas del establecimiento, obligando al consumidor a recorrer largos pasillos repletos de tentaciones y aumentando las posibilidades de compras impulsivas. Este recorrido forzado no es casual sino producto de un minucioso estudio del comportamiento humano aplicado al diseño de las superficies comerciales.
La calidad de estos productos promocionales también está en el punto de mira. Las comparativas realizadas por técnicos especializados revelan diferencias sustanciales entre artículos aparentemente similares. La OCU ha documentado numerosos casos donde, bajo apariencias casi idénticas y envases prácticamente calcados, se esconden formulaciones de calidad notablemente inferior. Estas diferencias, apenas perceptibles para el consumidor medio, suponen un ahorro considerable para las cadenas de distribución mientras mantienen la ilusión de estar ofreciendo el mismo producto a un precio más competitivo.