sábado, 10 mayo 2025

La villa misteriosa cerca de Granada que te invita a descubrir sus leyendas

Granada es sinónimo de historia, de arquitectura majestuosa y de paisajes que cortan la respiración. Pero más allá de la Alhambra o del Albaicín, hay un rincón apenas explorado que parece salido de un cuento de misterio. A solo media hora en coche de la capital nazarí, entre sierras cubiertas de niebla y callejuelas silenciosas, se encuentra Nigüelas, una pequeña villa enclavada en el Valle de Lecrín que ha sabido guardar en secreto un legado de leyendas y enigmas que fascinan a quien se atreve a descubrirla.

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Nigüelas no aparece en las guías turísticas como uno de los destinos imprescindibles de Granada, pero quizás esa sea precisamente su mayor virtud. Su historia se remonta a tiempos moriscos, y aún se pueden sentir las huellas de antiguas civilizaciones en sus casas blancas, sus fuentes escondidas y su entorno natural dominado por las sierras de Almijara y Albuñuelas. Pero lo que hace especial a esta villa granadina no es solo su belleza, sino también los relatos que circulan desde hace generaciones, las voces que susurran secretos al caer la noche y las historias que parecen resistirse a ser olvidadas.

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La leyenda del molino encantado

Fuente: Pexels

En las afueras de Nigüelas, junto a una vereda que bordea el río Torrente, se alza un antiguo molino de harina que ya no funciona, pero cuya silueta sigue presente como un guardián del pasado. Los habitantes de Granada conocen la existencia de este molino, aunque pocos se atreven a acercarse a él después del anochecer. Según la leyenda, en las noches de luna llena se puede escuchar el sonido de las muelas girando, aunque no haya agua ni fuerza que las mueva. Se dice que el espíritu de un molinero traicionado por su propio hermano aún vaga por allí, buscando justicia.

Los lugareños juran haber visto luces dentro del molino cuando nadie estaba cerca, y hay quien asegura que incluso ha oído lamentos. Aunque los más escépticos lo atribuyen al viento entre las piedras, para muchos en Granada este molino no es solo una ruina más, sino un lugar cargado de energía. Pasear por la zona, especialmente al atardecer, es una experiencia que mezcla belleza natural y una inquietante sensación de que algo o alguien observa desde las sombras.

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