Granada es sinónimo de historia, de arquitectura majestuosa y de paisajes que cortan la respiración. Pero más allá de la Alhambra o del Albaicín, hay un rincón apenas explorado que parece salido de un cuento de misterio. A solo media hora en coche de la capital nazarí, entre sierras cubiertas de niebla y callejuelas silenciosas, se encuentra Nigüelas, una pequeña villa enclavada en el Valle de Lecrín que ha sabido guardar en secreto un legado de leyendas y enigmas que fascinan a quien se atreve a descubrirla.
Nigüelas no aparece en las guías turísticas como uno de los destinos imprescindibles de Granada, pero quizás esa sea precisamente su mayor virtud. Su historia se remonta a tiempos moriscos, y aún se pueden sentir las huellas de antiguas civilizaciones en sus casas blancas, sus fuentes escondidas y su entorno natural dominado por las sierras de Almijara y Albuñuelas. Pero lo que hace especial a esta villa granadina no es solo su belleza, sino también los relatos que circulan desde hace generaciones, las voces que susurran secretos al caer la noche y las historias que parecen resistirse a ser olvidadas.
2El tesoro escondido bajo la iglesia

El corazón de Nigüelas lo ocupa una pequeña iglesia construida en el siglo XVI sobre lo que algunos creen fue un templo romano. Bajo sus cimientos, según cuenta la tradición oral, se esconde un tesoro enterrado por los moriscos que huyeron durante la rebelión de las Alpujarras. Granada fue escenario de múltiples conflictos en aquellos años, y muchas familias ocultaron sus riquezas esperando regresar algún día. En Nigüelas, se dice que un pasadizo secreto conecta la iglesia con una de las casas más antiguas del pueblo, aunque nadie ha podido demostrarlo.
Las leyendas hablan de luces que surgen desde el suelo del altar, de crujidos que se oyen por la noche y de sacerdotes que prohibieron excavar en ciertos puntos por temor a lo que pudiera encontrarse. Algunos vecinos han organizado expediciones en secreto, pero no han tenido éxito. A pesar de ello, el mito del tesoro sigue vivo en Granada y en los alrededores del Valle de Lecrín, como una promesa de misterio que da vida al imaginario colectivo.