Valencia es conocida por sus playas amplias, su gastronomía mediterránea y su vibrante vida urbana. Pero más allá del bullicio de la Malvarrosa o El Saler, existe un pequeño tesoro costero que permanece casi en secreto: la cala de La Renegà. Situada a poco más de una hora en coche hacia el norte, entre Oropesa del Mar y Benicàssim, esta cala es uno de esos lugares donde el tiempo parece detenerse y el sol no solo brilla, sino que acaricia lentamente la piel y el alma.
Este rincón, aunque técnicamente fuera de la provincia de Valencia, es una escapada habitual para quienes buscan tranquilidad y conexión con la naturaleza sin alejarse demasiado. La costa de La Renegà se caracteriza por su perfil rocoso, sus aguas cristalinas y su vegetación mediterránea. No hay grandes chiringuitos ni urbanizaciones alrededor, solo el rumor del mar, las gaviotas y algún que otro senderista que descubre el lugar casi por casualidad. Es, sin duda, uno de esos paisajes que enamoran a primera vista.
1Un enclave natural fuera del radar turístico

La costa de La Renegà no tiene la fama de otras playas valencianas, y precisamente ahí reside su encanto. Este tramo escondido, accesible a pie desde la Vía Verde del Mar, se convierte en un refugio para quienes valoran los espacios vírgenes y poco intervenidos. Las formaciones rocosas que la bordean permiten encontrar pequeñas calas escondidas donde apenas hay espacio para una toalla, pero sí sobra paisaje para soñar. Es un paraíso para quienes disfrutan del snorkel, ya que sus fondos marinos conservan aún una gran riqueza de vida.
Lo sorprendente es que, pese a su belleza, sigue sin estar masificado. Tal vez porque no es fácil de encontrar, o porque exige un pequeño esfuerzo para acceder a pie, muchos pasan de largo sin saber que a pocos metros de la carretera se esconde uno de los parajes más fotogénicos del litoral próximo a Valencia. En cualquier caso, quienes lo descubren suelen volver. Y no es para menos, pues encontrar un rincón donde poder escuchar solo el sonido del mar en pleno Mediterráneo es, a día de hoy, un verdadero lujo.