domingo, 11 mayo 2025

Mañueco aprieta para lastrar a Vox e iniciar un ciclo ganador para el PP

Las elecciones de Castilla y León que previsiblemente se convocarán en el inicio de 2026 abrirá un ciclo electoral que seguirá en Andalucía y posiblemente desembocará en triple cita electoral (generales, autonómicas y municipales) en la primavera de 2027.

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En Castilla y León comenzó a ‘morir’ Pablo Casado, que consiguió que Alfonso Fernández Mañueco adelantase elecciones para lastrar al PSOE y acabo dañando al PP (obligado a cohabitar con Vox). Y en la extensa autonomía ahora quiere renacer Alberto Núñez Feijóo, incapaz de despegar en las encuestas pese a los numerosos frentes abiertos que tiene el Gobierno central.

Varios sondeos barruntan que el PP podría crecer y no depender de Vox para formar Gobierno, lo cual supondría un balón de oxígeno para un líder falto de carisma y varios muertos en el armario como Alfonso Fernández Mañueco.

Esta subida dañaría a Vox y también al PSOE, que va a renovar cartel con el alcalde soriano Carlos Martínez, que por ahora no estaría logrando repetir a nivel autonómico el tirón que muestra en su ciudad natal.

Martínez al menos podría mantener los resultados del PSOE en 2021 y aplacar a Soria, ¡Ya!, que saldría igual de dañado que Sumar. El yolandismo tiene nulo tirón en Castilla y León, que parece proclive a Podemos. Los morados, coaligados con Izquierda Unida, podrían sumar escaño por Valladolid y Burgos.

PP

El Partido Popular encara las elecciones con la seguridad de retener la Junta de Castilla y León, que ha gobernado desde hace más de tres décadas. El presidente Alfonso Fernández Mañueco quiere aprovechar el presumible desplome de Vox y el estancamiento socialista para crecer. No obstante, el PP llega con desafíos claros: las tensiones internas derivadas de la exinta coalición con Vox, los efectos del desgaste institucional tras varios años de gobierno y la necesidad de reconectar con los votantes moderados.

Algunos sectores del partido temen que los acuerdos con la extrema derecha hayan erosionado su perfil centrista. El reto ahora es doble: retener la confianza de su electorado fiel sin ceder demasiado espacio al discurso radical, y arañar algunos votantes que no acaban de ser seducidos por el PSOE.

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PSOE

El Partido Socialista de Castilla y León apuesta por una renovación total con la candidatura de Carlos Martínez, alcalde de Soria, como cabeza de cartel. Tras varios años con Luis Tudanca al frente, el PSOE regional ha optado por un perfil con experiencia en gestión municipal, fuerte arraigo provincial y discurso moderado pero firme.

Martinez Moncloa
Carlos Martínez. Foto: Europa Press.

La figura de Martínez representa una oportunidad para reposicionar al partido como alternativa seria y real al gobierno del PP. El nuevo candidato, que ha demostrado una extraordinaria habilidad en su tarea municipal, deberá afrontar la tarea de cohesionar al partido, movilizar a las bases y, sobre todo, reconectar con los territorios rurales.

A su favor juega el desgaste del Ejecutivo actual, la preocupación creciente por la calidad de los servicios públicos en zonas despobladas y el cansancio de ciertos sectores con las políticas del PP. Si logra capitalizar ese malestar y traducirlo en un mensaje constructivo, Carlos Martínez puede salvar los muebles y, lo más importante para Ferraz, fijar voto para poner su granito de arena para que Pedro Sánchez se mantenga en La Moncloa más allá de 2027.

VOX

Vox encara estas elecciones en una situación incierta pese a su estabilidad demoscópica a nivel estatal. Su bronco anterior líder en la región, Juan García-Gallardo, dimitió tras varias polémicas y una trayectoria política marcada por enfrentamientos tanto con la oposición como con su socio de gobierno.

Pese a que la formación mantiene un núcleo duro de votantes fieles, su participación en el Ejecutivo no se ha traducido en un aumento del apoyo electoral. Al contrario, algunos análisis apuntan a un posible retroceso en regiones donde comparte gobierno con el PP, como Castilla y León.

Vox afronta la campaña con el reto de redefinir su discurso y recuperar una narrativa de oposición útil, centrada en temas como la seguridad rural, la defensa del campo o el ataque al «consenso progre» pero sin el protagonismo mediático que aportaba García-Gallardo.

PANORAMA DESOLADOR

La legislatura que finaliza ha estado marcada por una gobernabilidad condicionada por pactos y por la dificultad de abordar los grandes desafíos estructurales de la comunidad: la despoblación, la mejora de la sanidad rural, la transición energética o la digitalización del medio rural. Con una coalición de gobierno sujeta a tensiones ideológicas, Castilla y León ha avanzado poco en reformas de calado.

Las elecciones de febrero de 2026 servirán no solo para designar a un nuevo gobierno autonómico, sino también para anticipar dinámicas políticas que podrían repetirse a nivel nacional. El resultado será seguido de cerca por los partidos estatales, conscientes de que Castilla y León puede ser un reflejo del estado de ánimo del votante español en el inicio de un nuevo ciclo electoral.

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