miércoles, 21 mayo 2025

El truco de Ikea para que compres de más

El fenómeno de las tiendas de muebles suecas ha trascendido la mera transacción comercial para convertirse en una experiencia casi cultural, un ritual de fin de semana para muchas familias españolas. Pero detrás de esos pasillos aparentemente interminables y esas albóndigas con mermelada, se esconde una estrategia meticulosamente diseñada, y el diseño laberíntico de las tiendas Ikea es una pieza clave en este engranaje, como bien han apuntado diversos estudios, entre ellos uno de la prestigiosa Universidad de Lund. No es casualidad que uno salga de allí con más artículos de los que tenía en mente, ni que el tiempo vuele entre exposiciones de salones y cocinas de ensueño.

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Lo que a primera vista podría parecer un simple ejercicio de distribución del espacio, es en realidad un estudiado campo de la psicología del consumidor aplicado al comercio minorista. La firma sueca ha perfeccionado un modelo que, lejos de facilitar una compra rápida y directa, busca sumergir al cliente en un universo propio, donde cada recodo y cada sección están pensados para estimular el deseo y, en última instancia, el gasto. Este planteamiento, que algunos podrían tildar de manipulador, no es más que la aplicación de un conocimiento profundo sobre cómo nos comportamos cuando compramos, una suerte de arquitectura de la persuasión que ha convertido a Ikea en un referente mundial.

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MÁS ALLÁ DE LOS MUEBLES: EL ECOSISTEMA DE COMPRA IKEA Y SU INFLUENCIA

Fuente Pexels

La experiencia Ikea no se limita a la venta de muebles y objetos de decoración; es un ecosistema completo pensado para retener al cliente el mayor tiempo posible dentro de sus instalaciones. La presencia de restaurantes con precios atractivos, zonas de juego para niños o incluso la tienda de alimentación sueca, contribuyen a crear un ambiente donde pasar varias horas resulta agradable y hasta conveniente para toda la familia. Esta estrategia diversifica los puntos de contacto con la marca y transforma la visita en una actividad de ocio, más que en una simple tarea de compra.

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Al prolongar la estancia del cliente, se multiplican las oportunidades de venta y se refuerza el vínculo emocional con la enseña. Un cliente satisfecho y relajado, que ha podido comer o dejar a sus hijos entretenidos de forma segura, está mucho más predispuesto a explorar con calma y a tomar decisiones de compra menos racionales y más impulsivas. Este entorno controlado, donde se satisfacen múltiples necesidades secundarias, es una táctica brillante para reducir las barreras psicológicas al gasto y hacer que la inversión en los productos de Ikea parezca una parte natural de un día bien aprovechado.

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