La búsqueda del bienestar y la salud óptima ha llevado a millones de españoles a incorporar suplementos de vitaminas en su rutina diaria. Las vitaminas se han convertido en protagonistas de nuestros botiquines caseros, con la promesa de compensar deficiencias nutricionales y potenciar nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que ciertos hábitos al consumirlas pueden reducir drásticamente su efectividad, convirtiendo una inversión en salud en un simple gasto innecesario.
La popularidad de estos suplementos ha crecido exponencialmente durante la última década, especialmente tras la pandemia, cuando la preocupación por fortalecer nuestras defensas alcanzó niveles sin precedentes. Estudios recientes revelan que aproximadamente el 40% de los adultos españoles consume algún tipo de complemento vitamínico regularmente, pero paradójicamente, muchos no están obteniendo los beneficios esperados debido a errores básicos en su administración. Esta contradicción resulta especialmente preocupante considerando que el mercado de vitaminas y suplementos en España mueve más de 500 millones de euros anuales, según datos del sector farmacéutico.
5LA CALIDAD IMPORTA: NO TODAS LAS VITAMINAS SON IGUALES

El último aspecto crucial que determina la eficacia de los suplementos vitamínicos concierne a su calidad y biodisponibilidad, un factor frecuentemente ignorado por los consumidores. El mercado español está inundado de productos de composición y pureza variables, desde opciones farmacéuticas de alta calidad hasta suplementos de dudosa procedencia adquiridos en plataformas online sin garantías. La forma química en que se presentan las vitaminas determina en gran medida su asimilación: no es lo mismo consumir ácido fólico sintético que folatos naturales, ni resulta equivalente la vitamina D3 (colecalciferol) que la D2 (ergocalciferol) en términos de efectividad y capacidad de elevar los niveles sanguíneos de esta vitamina. Estas sutilezas bioquímicas, aunque desconocidas para la mayoría de usuarios, marcan diferencias sustanciales en los resultados obtenidos.
Adicionalmente, la presencia de excipientes, conservantes o potenciales alérgenos en las formulaciones puede interferir con la absorción de las vitaminas o generar reacciones adversas en personas sensibles. Los suplementos de calidad suelen especificar la forma exacta de las vitaminas que contienen y sus dosis precisas, además de haber sido sometidos a controles rigurosos de pureza y potencia. La recomendación de los farmacéuticos y nutricionistas apunta hacia productos respaldados por estudios científicos, preferentemente aquellos que han demostrado una biodisponibilidad óptima mediante ensayos clínicos publicados en revistas especializadas. Invertir en vitaminas de calidad contrastada, aunque suponga un desembolso inicial mayor, resulta más rentable a largo plazo que acumular suplementos baratos pero ineficaces que terminarán olvidados en algún cajón tras no proporcionar los resultados esperados.