lunes, 12 mayo 2025

El error que comete el 90% al ducharse en verano, y perjudica tu piel

El verano trae consigo una serie de cambios en nuestra rutina diaria que afectan desde lo que comemos hasta cómo nos refrescamos. La forma de ducharse durante esta época estival sufre importantes modificaciones respecto al resto del año, principalmente debido a las altas temperaturas y al sudor que estas generan. Muchos especialistas en dermatología señalan que existen errores habituales en nuestros hábitos de ducha veraniegos que pueden dañar seriamente la barrera cutánea, provocando sequedad, irritación e incluso problemas más serios a largo plazo.

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Durante los meses de calor, el número de duchas diarias aumenta considerablemente, algo que parece lógico pero que esconde diversas problemáticas para la salud de nuestra piel. Los dermatólogos advierten que el 90% de la población comete errores fundamentales al ducharse en verano, desde la elección incorrecta de la temperatura del agua hasta el uso de productos inadecuados o el tiempo excesivo bajo el chorro. Estos hábitos aparentemente inofensivos pueden derivar en alteraciones del pH natural de la piel y eliminar la capa protectora de sebo que nos protege frente a agentes externos, lo que explica por qué muchas personas notan su piel más tirante, escamosa o incluso con picores tras la época estival.

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LA TEMPERATURA DEL AGUA: EL PRIMER GRAN ERROR AL DUCHARSE

Fuente: Freepik

Cuando el termómetro marca temperaturas elevadas, resulta tentador refrescarse con duchas extremadamente frías que proporcionen un alivio inmediato al calor sofocante. Esta práctica, aunque placentera en el momento, supone uno de los errores más comunes que cometemos al ducharse durante el verano. Los cambios bruscos de temperatura provocan una contracción y posterior dilatación de los vasos sanguíneos que puede resultar perjudicial para la microcirculación de la piel, especialmente en zonas sensibles como el rostro o el escote.

Por otro lado, quienes optan por duchas calientes incluso en pleno agosto tampoco están haciendo un favor a su epidermis. El agua caliente elimina los aceites naturales de la piel, fundamentales para mantener la hidratación y protección frente a agentes externos. Los dermatólogos recomiendan utilizar agua templada al ducharse, ni fría ni caliente, para evitar el estrés térmico en la piel y mantener intacta la barrera cutánea, especialmente importante cuando pasamos más tiempo expuestos al sol, la sal del mar o el cloro de las piscinas que ya de por sí resultan agresivos para nuestra dermis.

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