Llega el calor, los días se alargan y con ellos las ganas de disfrutar de comidas al aire libre, de tapas en terrazas y de esos platos veraniegos que tanto nos apetecen. Sin embargo, esta época de disfrute gastronómico puede traer consigo ciertos riesgos si no prestamos la debida atención, especialmente con preparaciones caseras que involucran ingredientes delicados; de hecho, la OMS lleva tiempo advirtiendo sobre los peligros asociados a la manipulación incorrecta de alimentos, un tema que cobra especial relevancia cuando las temperaturas suben y las bacterias encuentran el caldo de cultivo perfecto para proliferar, convirtiendo un manjar en una potencial amenaza para nuestra salud.
Las alertas sanitarias no son caprichos de organismos internacionales, sino herramientas fundamentales para la prevención de enfermedades transmitidas por alimentos, algo que a menudo pasamos por alto en el relajado ambiente estival. Solemos confiar en nuestras costumbres, en esas recetas familiares que han pasado de generación en generación, sin pararnos a pensar que las condiciones de conservación y los conocimientos sobre seguridad alimentaria han evolucionado. Es precisamente uno de esos platos estrella del verano, delicioso y versátil, el que se encuentra en el punto de mira por su facilidad para convertirse en un foco de bacterias si no se extreman las precauciones, recordándonos que el placer culinario nunca debe estar reñido con la prudencia y el conocimiento.
4¿CÓMO PREVENIR? CONSEJOS QUE LA OMS SUBRAYA (Y EL SENTIDO COMÚN TAMBIÉN)

Frente a este panorama, la prevención se convierte en nuestra mejor aliada, y las pautas son claras y, en su mayoría, de puro sentido común, aunque a veces las obviemos. Si la tentación de preparar mayonesa casera es irresistible, es fundamental optar por huevos pasteurizados, que han sido sometidos a un tratamiento térmico que elimina las bacterias peligrosas sin cocinar el huevo, una recomendación que la propia OMS apoya para reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos. Además, la higiene durante la preparación debe ser escrupulosa: manos limpias, utensilios impolutos y superficies desinfectadas son la base para evitar contaminaciones cruzadas.
Una vez elaborada, la mayonesa casera debe consumirse de inmediato o conservarse en el frigorífico a temperaturas inferiores a 5°C, y nunca por más de 24 horas, tal como aconsejan los expertos en seguridad alimentaria y refrenda la OMS en sus guías. Bajo ningún concepto debe dejarse a temperatura ambiente, especialmente en días calurosos, ni llevarla a excursiones o picnics si no se puede garantizar una refrigeración constante. Si existen dudas, la opción más segura siempre será recurrir a las mayonesas industriales, que utilizan ovoproductos pasteurizados y conservantes que garantizan su estabilidad y seguridad, o bien optar por alternativas sin huevo como la lactonesa o vinagretas.