Llega el calor, los días se alargan y con ellos las ganas de disfrutar de comidas al aire libre, de tapas en terrazas y de esos platos veraniegos que tanto nos apetecen. Sin embargo, esta época de disfrute gastronómico puede traer consigo ciertos riesgos si no prestamos la debida atención, especialmente con preparaciones caseras que involucran ingredientes delicados; de hecho, la OMS lleva tiempo advirtiendo sobre los peligros asociados a la manipulación incorrecta de alimentos, un tema que cobra especial relevancia cuando las temperaturas suben y las bacterias encuentran el caldo de cultivo perfecto para proliferar, convirtiendo un manjar en una potencial amenaza para nuestra salud.
Las alertas sanitarias no son caprichos de organismos internacionales, sino herramientas fundamentales para la prevención de enfermedades transmitidas por alimentos, algo que a menudo pasamos por alto en el relajado ambiente estival. Solemos confiar en nuestras costumbres, en esas recetas familiares que han pasado de generación en generación, sin pararnos a pensar que las condiciones de conservación y los conocimientos sobre seguridad alimentaria han evolucionado. Es precisamente uno de esos platos estrella del verano, delicioso y versátil, el que se encuentra en el punto de mira por su facilidad para convertirse en un foco de bacterias si no se extreman las precauciones, recordándonos que el placer culinario nunca debe estar reñido con la prudencia y el conocimiento.
5MÁS ALLÁ DE LA MAYONESA: LA CULTURA DE LA PREVENCIÓN ALIMENTARIA

El caso de la mayonesa casera en verano es paradigmático, pero el mensaje de precaución se extiende a muchos otros alimentos y preparaciones susceptibles de contaminación si no se manejan con el debido cuidado. Las tortillas poco cuajadas, las cremas pasteleras caseras, los tartares o cualquier plato que contenga huevo crudo o poco cocinado comparte riesgos similares, especialmente cuando el calor aprieta y las bacterias encuentran el ambiente idóneo para su proliferación. Adoptar una cultura de la prevención alimentaria, interiorizando buenas prácticas de higiene y conservación, es fundamental para disfrutar de la gastronomía sin sobresaltos, un objetivo en el que la OMS invierte considerables esfuerzos de concienciación.
No se trata de demonizar preparaciones tradicionales ni de renunciar al placer de cocinar en casa, sino de hacerlo con conocimiento de causa y responsabilidad, aplicando medidas sencillas pero efectivas que protejan nuestra salud y la de los nuestros. Informarse, seguir las recomendaciones de organismos como la OMS y aplicar el sentido común son las mejores herramientas para que nuestras mesas veraniegas sigan siendo sinónimo de disfrute y bienestar. Al final, una pequeña precaución puede ahorrarnos un gran disgusto, permitiéndonos saborear el verano con todas las garantías y sin que una mala decisión nos agüe la fiesta o, peor aún, nos mande directos a la consulta del médico.