Los españoles vivimos en una constante batalla contra los elevados costes energéticos que no dan tregua a nuestros bolsillos. La factura de luz se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza para millones de hogares, especialmente tras las sucesivas subidas experimentadas en los últimos años. Lo más frustrante es que muchos seguimos pagando más de lo necesario por desconocer pequeños ajustes que podrían marcar una diferencia significativa al final de mes.
El consumo eléctrico doméstico esconde numerosos secretos que, de conocerlos, nos permitirían ahorrar cantidades considerables sin realizar grandes inversiones ni sacrificar nuestro confort. Entre todos los electrodomésticos que tenemos en casa, la nevera representa uno de los mayores consumidores al funcionar ininterrumpidamente durante todo el año, algo que la convierte en el objetivo perfecto para aplicar medidas de eficiencia. Un simple ajuste en su configuración, que apenas requiere un minuto, podría suponer un descenso notable en la factura de luz mensual.
2EL AJUSTE MÁGICO: ¿CUÁL ES LA TEMPERATURA IDEAL PARA AHORRAR?

Los expertos en eficiencia energética coinciden en señalar que existe un punto óptimo de temperatura para la nevera que garantiza la perfecta conservación de los alimentos sin disparar el consumo. El refrigerador debe mantenerse entre 3 y 5 grados centígrados, no siendo necesario ni recomendable bajar de esta cifra para la correcta conservación de nuestros alimentos, contrariamente a lo que muchos piensan.
En cuanto al congelador, la temperatura ideal oscila entre los -16 y -18 grados, siendo este rango suficiente para mantener los alimentos en perfecto estado durante meses. La factura de luz puede reducirse significativamente si ajustamos estos valores, ya que muchos aparatos vienen configurados de fábrica a temperaturas innecesariamente bajas como 0 grados para el refrigerador y -22 para el congelador, lo que supone un sobreesfuerzo energético constante. Este pequeño cambio, que apenas requiere un minuto, puede traducirse en un ahorro anual de entre 30 y 80 euros, dependiendo del modelo y antigüedad del electrodoméstico.