miércoles, 14 mayo 2025

Así te engañan las etiquetas ‘light’: lo que esconden y por qué no adelgazas

Los pasillos del supermercado se han convertido en un campo de batalla semántico, donde las etiquetas prometen salud y esbeltez con una facilidad pasmosa. El reclamo light brilla con luz propia en infinidad de envases, susurrando al oído del consumidor la promesa de un capricho sin remordimientos, una versión más saludable de sus productos favoritos que, supuestamente, ayudará a mantener la línea o incluso a perder esos kilos de más que tanto preocupan a una parte significativa de la población española. Sin embargo, tras esa palabra mágica a menudo se esconde una realidad nutricional mucho más compleja y, en ocasiones, decepcionante, que merece ser desentrañada para tomar decisiones informadas sobre nuestra alimentación.

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La legislación europea es clara al definir qué condiciones debe cumplir un producto para poder etiquetarse como ‘light’, generalmente implicando una reducción mínima del 30% en calorías, grasas o azúcares respecto a su versión original. Pero esta reducción focalizada en un único componente puede ser un arma de doble filo, ya que para compensar la pérdida de sabor o textura derivada de quitar grasa o azúcar, los fabricantes recurren con frecuencia a otros ingredientes que no siempre son la opción más saludable ni la más indicada si el objetivo es controlar el peso. Comprender qué hay realmente detrás de esa etiqueta se convierte, por tanto, en una herramienta fundamental para no caer en una trampa que puede sabotear nuestros esfuerzos por llevar una dieta equilibrada y, contrariamente a lo esperado, dificultar la pérdida de peso.

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MÁS ALLÁ DE LAS CALORÍAS: GRASAS, SODIO Y ADITIVOS EN EL BANQUILLO

Fuente Pexels

El enfoque en la reducción de calorías, grasas o azúcares para obtener la etiqueta light puede desviar la atención de otros componentes nutricionales igualmente relevantes para la salud. Por ejemplo, en muchos productos salados ‘light’, como fiambres, quesos o platos preparados, la reducción de grasa se compensa a menudo con un aumento en la cantidad de sodio (sal) para potenciar el sabor. Un consumo excesivo de sodio está directamente relacionado con la hipertensión arterial y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, por lo que elegir un producto ‘light’ podría implicar un perjuicio en este sentido, especialmente para personas con problemas de tensión arterial o que buscan cuidar su salud cardiovascular de forma integral.

Además de la posible manipulación de macronutrientes como grasas y azúcares, o el aumento de sodio, los productos light suelen ser alimentos ultraprocesados que contienen una larga lista de aditivos. Espesantes, gelificantes, emulsionantes, colorantes y saborizantes son frecuentemente utilizados para imitar la textura, apariencia y sabor de los productos originales tras la eliminación o reducción de ciertos componentes naturales. Si bien estos aditivos están autorizados para su uso alimentario, un consumo elevado de alimentos ultraprocesados en general se asocia con peores resultados de salud, independientemente de su contenido calórico o de si llevan la etiqueta ‘light’, lo que invita a cuestionar si realmente son una opción tan saludable como pretenden aparentar.

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