Las noches de insomnio y desasosiego pueden esconder más que una simple molestia pasajera. Las sensaciones de picor que asaltan tus piernas cuando intentas conciliar el sueño, lejos de ser un simple caso de piel seca, podrían estar revelando problemas de salud subyacentes que conviene no ignorar. Este picor nocturno que tanto desespera puede ser la forma en que nuestro organismo nos alerta sobre alteraciones que requieren atención profesional y un diagnóstico adecuado.
La intensidad del picor suele aumentar con la llegada de la noche, precisamente cuando el cuerpo busca reposo. Detrás de esa incomodidad persistente que obliga a rascarse y moverse constantemente, pueden ocultarse desde trastornos neurológicos hasta problemas vasculares, pasando por desequilibrios metabólicos que necesitan tratamiento específico. No se trata de una cuestión estética o de confort, sino de señales que nuestro cuerpo emite para comunicar que algo no funciona correctamente en sistemas tan importantes como el circulatorio o el neurológico.
3LA CONEXIÓN ENTRE NEUROPATÍA Y PICOR NOCTURNO: UN PROBLEMA NEUROLÓGICO

La neuropatía periférica constituye un trastorno neurológico que afecta a los nervios periféricos, aquellos que se encuentran fuera del cerebro y la médula espinal. Esta condición puede manifestarse con síntomas diversos que van desde el entumecimiento hasta el dolor agudo, pasando por sensaciones de hormigueo y picor que a menudo se intensifican durante la noche. Las causas pueden ser múltiples, desde enfermedades como la diabetes hasta deficiencias vitamínicas o exposición a determinadas toxinas, todas ellas afectando la transmisión normal de señales a través de las fibras nerviosas.
El picor neuropático presenta características peculiares que lo diferencian de otros tipos de picor: no suele responder bien a los tratamientos tópicos convencionales y tiende a describirse como sensaciones de «alfileres y agujas» o quemazón bajo la piel. Durante la noche, cuando disminuyen las distracciones externas, estas sensaciones parecen amplificarse y pueden provocar episodios de rascado intenso e involuntario que interrumpen el sueño y generan un círculo vicioso de irritación cutánea y más picor. Un diagnóstico neurológico adecuado resulta fundamental para abordar el problema desde su origen y no limitarse a tratar el síntoma superficial.