Los cimientos de Galicia se agitan al ritmo generado por el conflicto de la empresa celulosa Altri. Los pueblos que forman parte del Camino de Santiago han comenzado una feroz resistencia contra la construcción de una macrofábrica de celulosa que amenaza con cambiar su entorno y su forma de vida.
Gran parte de los gallegos se ha levantado contra una iniciativa que consideran dañina para su medio ambiente. La oposición a la planta de Altri ha sido enorme. Miles de ciudadanos han salido a las calles de Santiago de Compostela y otras localidades gallegas, para mostrar su rechazo al proyecto.
Las pancartas que portan los manifestantes expresan su descontento con frases como «Altri Non», evidenciando la resistencia a lo que perciben como una imposición de intereses ajenos a su comunidad.
El proyecto de Altri contempla la construcción de una macrofábrica que ocuparía 360 hectáreas, destinada a producir 400.000 toneladas de pasta de celulosa y 200.000 toneladas de lyocell cada año.
La Xunta de Galicia, pese a las dudas iniciales, ha dado su visto bueno a este proyecto, autorizando la Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Sin embargo, esta aprobación no ha logrado calmar las preocupaciones de los habitantes de la región, quienes temen que este megaproyecto afecte negativamente tanto al medio ambiente como a la economía local, que depende de la agricultura, el turismo y los recursos naturales.

Uno de los puntos más críticos de este proyecto es el consumo de agua. Según las autorizaciones, la planta necesitaría hasta 46.000 metros cúbicos de agua al día del embalse de Portodemouros, lo que ha generado gran inquietud entre los vecinos que temen por el abastecimiento de agua para sus hogares y campos.
Además, la posibilidad de que los vertidos de la planta lleguen a afectar al río Ulla y la ría de Arousa preocupa enormemente, ya que esta última es una de las zonas marinas más productivas de Galicia.
La oposición se ha organizado a través de plataformas como Ulloa Viva y la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa, que han presentado alegaciones contra el proyecto y llevado el caso ante Bruselas. Estas organizaciones denuncian que la Xunta no tiene el apoyo social necesario para impulsar un proyecto de tal envergadura y afirman que se está favoreciendo a una empresa privada en detrimento de los intereses de los gallegos.
La resistencia al proyecto no es solo local, sino que ha recibido el apoyo de importantes fuerzas políticas de aquella comunidad autónoma. Partidos como el BNG y en menor medida el PSdeG-PSOE han mostrado su desacuerdo con la planta, cuestionando la viabilidad ambiental del proyecto.
CAMINO VERDE
Los pueblos del Camino de Santiago se han convertido en un símbolo de resistencia. Su lucha no es solo contra una fábrica, sino contra un modelo de desarrollo que consideran incompatible con su su manera de vivir. La ruta jacobea, patrimonio de la humanidad y emblema de Galicia, podría verse afectada por la instalación de esta planta, que cambiaría para siempre su paisaje natural.
Mientras tanto, tanto la Xunta de Galicia como la empresa Altri siguen defendiendo el proyecto, asegurando que la planta será sostenible y generará empleo. Sin embargo, la creciente oposición pone en duda la viabilidad del proyecto. A pesar de la Declaración de Impacto Ambiental favorable, el rechazo de buena parte de la población gallega está cuestionando la legitimidad de este megaproyecto.