martes, 13 mayo 2025

Si ves esto en tus ojos, corre al médico y no al oftalmólogo

Los ojos, esas ventanas del alma como poéticamente se les llama, son también, en un sentido mucho más literal y práctico, un reflejo de nuestra salud general. A menudo pensamos que cualquier problema visual requiere una visita directa al oftalmólogo, pero ciertas señales en nuestra mirada pueden ser la punta del iceberg de condiciones médicas que van mucho más allá de la simple vista y que requieren la atención de otro tipo de especialista, el médico de cabecera. Es fascinante y a la vez un poco inquietante cómo nuestro cuerpo nos envía mensajes a través de los lugares más inesperados, y aprender a descifrarlos puede ser crucial para nuestro bienestar a largo plazo.

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Por eso, cuando aparece una señal concreta, como un anillo blanquecino o grisáceo bordeando la córnea, la reacción instintiva podría ser pedir cita con el especialista de los ojos. Sin embargo, este hallazgo, conocido técnicamente como arco senil o gerontoxon, podría estar gritando silenciosamente una alerta sobre nuestros niveles de colesterol, una preocupación que compete primordialmente al médico de familia. Entender esta conexión y saber a qué puerta llamar primero no es una cuestión menor, sino una decisión que podría influir significativamente en la detección precoz y el manejo de problemas cardiovasculares potencialmente serios, demostrando que cuidar la salud es un puzle donde todas las piezas cuentan.

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EL MISTERIOSO ANILLO BLANCO: QUÉ ES EL ARCO SENIL Y POR QUÉ APARECE

Fuente Pexels

El arco senil, ese halo blanquecino o grisáceo que puede aparecer rodeando la parte coloreada del ojo, el iris, justo en el borde exterior de la córnea, es un fenómeno relativamente común. Se trata, fundamentalmente, de una acumulación de depósitos de lípidos, es decir, grasas como el colesterol, en la periferia corneal. Aunque el nombre «senil» sugiere que es exclusivo de la vejez, y ciertamente es mucho más frecuente en personas mayores de 60 años, su aparición en individuos más jóvenes puede tener implicaciones distintas y merece una atención especial, ya que el ojo actúa como un chivato inesperado de lo que ocurre en nuestro sistema circulatorio.

Estos depósitos lipídicos no suelen afectar a la capacidad visual, ya que se localizan en el borde corneal, fuera del eje central de la visión. Por ello, muchas personas ni siquiera son conscientes de tenerlo hasta que se lo comentan o lo detecta un profesional, como podría ser un oftalmólogo durante una revisión rutinaria. La formación del arco es gradual, progresando desde un arco parcial en la parte superior o inferior de la córnea hasta convertirse en un anillo completo, un proceso que refleja una acumulación sostenida de estas sustancias grasas en el tejido corneal a lo largo del tiempo.

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