A pesar del abundante sol que baña la Península Ibérica durante gran parte del año, los españoles sufren una carencia alarmante de la llamada vitamina del sol. Este problema silencioso afecta a ocho de cada diez ciudadanos que continúan sus vidas sin percatarse de las consecuencias que este déficit provoca en su organismo a corto y largo plazo. Las cifras resultan sorprendentes considerando que España disfruta de más de 2.500 horas de sol anuales en muchas de sus regiones, un privilegio que, paradójicamente, no se traduce en niveles óptimos de este nutriente esencial.
La falta de información y los cambios en nuestros hábitos cotidianos han contribuido significativamente a esta situación preocupante. La vida moderna, caracterizada por largas jornadas en espacios cerrados, el uso generalizado de protectores solares —indispensables contra el cáncer de piel— y la alimentación actual, menos rica en productos naturales con alto contenido de este micronutriente, ha creado la tormenta perfecta. El resultado es una población que, pese a vivir en el país europeo con mayor radiación solar, presenta niveles insuficientes de una vitamina crucial para múltiples funciones corporales.
1¿POR QUÉ LA VITAMINA DEL SOL ES TAN CRUCIAL PARA NUESTRA SALUD?

La importancia de la vitamina D va mucho más allá de lo que la mayoría conoce. Si bien su función más reconocida es la de regular la absorción del calcio y el fósforo para mantener huesos fuertes, sus beneficios son extraordinariamente amplios. Este nutriente actúa como una hormona en nuestro organismo, influyendo en más de 200 procesos biológicos diferentes, desde el funcionamiento del sistema inmunitario hasta la regulación del estado de ánimo. Diversos estudios científicos han vinculado niveles adecuados de vitamina del sol con la prevención de enfermedades crónicas, incluidas algunas formas de cáncer, diabetes tipo 2 e incluso trastornos autoinmunes.
El déficit prolongado de este nutriente puede manifestarse de formas muy variadas y a menudo inespecíficas. Fatiga persistente, dolor muscular sin causa aparente, mayor susceptibilidad a infecciones y estado de ánimo bajo constituyen algunas de las señales que nuestro cuerpo envía cuando los niveles de vitamina D son insuficientes. A largo plazo, las consecuencias pueden ser más graves e incluir problemas como osteoporosis, deterioro cognitivo y mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. El problema radica en que estos síntomas suelen atribuirse a otras causas, lo que dificulta identificar la verdadera raíz del malestar.