Pocos contratiempos fastidian más unos días de descanso o un importante viaje de negocios que llegar al aeropuerto y encontrarse con el temido cartel de ‘vuelo cancelado’. Ante este panorama desolador, es crucial saber que no estamos solos y que organizaciones como la OCU llevan años arrojando luz sobre los derechos que nos asisten como pasajeros, una ayuda inestimable en momentos de crisis donde la información clara y precisa es oro puro. La frustración inicial, esa mezcla de rabia e impotencia, es completamente comprensible, pero no debe nublar nuestro juicio ni hacernos desistir de lo que por ley nos corresponde.
La sensación de impotencia puede ser abrumadora, con planes desbaratados, conexiones perdidas y la incertidumbre sobre cómo y cuándo se llegará finalmente al destino o se regresará a casa. Sin embargo, más allá del lógico enfado inicial y la reorganización forzosa de la agenda que supone un trastorno considerable, existe una normativa europea, el Reglamento (CE) nº 261/2004, que protege al viajero de forma contundente y que establece compensaciones económicas significativas, un verdadero salvavidas financiero que muchos desconocen o no saben cómo activar eficazmente. Conocer estos mecanismos es el primer paso para no sentirse una simple marioneta en manos de las aerolíneas.
3PRIMER ASALTO: CÓMO PLANTAR CARA A LA AEROLÍNEA SIN PERDER LOS NERVIOS

El primer paso ineludible, una vez que la cancelación es un hecho y antes de considerar recurrir a instancias superiores o buscar asesoramiento externo más profundo, es presentar una reclamación formal directamente a la compañía aérea responsable del vuelo. Este trámite, que debe realizarse preferentemente por un medio que deje constancia fehaciente de su envío y recepción (como un correo electrónico con acuse de recibo, un formulario web de la propia aerolínea guardando captura de pantalla, o incluso un burofax si la situación lo amerita) y conservando copia de toda la documentación aportada y las comunicaciones mantenidas, es fundamental para iniciar el proceso y dejar constancia formal de su disconformidad y de sus peticiones económicas y de asistencia. Este paso es crucial y la OCU siempre lo recalca.
En esta comunicación inicial dirigida a la aerolínea, es vital exponer los hechos ocurridos de manera clara, ordenada y concisa, adjuntando copias legibles de los billetes o confirmaciones de reserva, las tarjetas de embarque si se llegaron a emitir, y cualquier justificante de gastos adicionales en los que haya incurrido directamente a causa de la cancelación (como facturas de comida, bebida, alojamiento si no fue provisto, o transporte alternativo si tuvo que buscarlo por su cuenta). Aunque la indignación y el enfado sean comprensibles y justificados, mantener un tono educado pero firme y asertivo en la redacción de la reclamación suele ser considerablemente más efectivo para obtener una respuesta favorable, y para ello, apoyarse en modelos o guías como las que frecuentemente facilita la OCU puede ser de gran ayuda para estructurar correctamente el escrito y no omitir ningún dato relevante ni derecho vulnerado.