El aire que respiramos dentro de la casa puede ser hasta cinco veces más contaminado que el exterior, algo que muchos españoles desconocen por completo. La OMS lleva años alertando sobre los riesgos invisibles que acechan en los espacios cerrados donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, especialmente tras la pandemia que ha incrementado el teletrabajo y las horas de permanencia doméstica. Esta realidad silenciosa se cobra miles de víctimas cada año debido a problemas respiratorios, alergias crónicas y otras afecciones derivadas de la pobre calidad ambiental.
Los contaminantes invisibles que flotan en el ambiente doméstico suponen una amenaza constante para nuestra salud respiratoria y general, sin que seamos conscientes de ello. Desde compuestos químicos liberados por productos de limpieza hasta partículas de moho ocultas en rincones húmedos, el catálogo de elementos nocivos presentes en nuestras casas resulta alarmante cuando se analiza en detalle. La situación ha llevado a la OMS a lanzar una campaña internacional instando a los ciudadanos a revisar determinados aspectos clave en sus hogares, con el objetivo de mejorar la calidad del aire interior y prevenir enfermedades respiratorias que pueden cronificarse con el tiempo.
3EL MOHO EN CASA: EL GRAN ENEMIGO RESPIRATORIO SEGÚN LA OMS

Las manchas oscuras que aparecen en esquinas, juntas de azulejos o detrás de muebles constituyen uno de los riesgos más infravalados para la salud respiratoria. La OMS alerta de que las esporas de moho, invisibles al ojo humano, pueden desencadenar desde reacciones alérgicas leves hasta graves problemas pulmonares en personas sensibles o con sistemas inmunitarios comprometidos. Las zonas con condensación habitual, como baños sin ventilación adecuada o paredes con puentes térmicos, crean el ambiente perfecto para la proliferación de hongos microscópicos que liberan constantemente esporas al aire que respiramos. Esta situación se agrava en viviendas con problemas estructurales de humedad o filtraciones.
Eliminar el moho visible constituye solo el primer paso, pero insuficiente según los criterios de la OMS. Resulta fundamental identificar y corregir las causas subyacentes que favorecen su aparición, como problemas de aislamiento, ventilación deficiente o fugas de agua ocultas. Los deshumidificadores pueden ayudar temporalmente, pero la solución definitiva pasa por intervenciones estructurales en muchos casos. La OMS advierte específicamente sobre el uso indiscriminado de productos antimicóticos agresivos, ya que algunos contienen compuestos químicos que pueden añadir nuevos contaminantes al aire interior si se aplican sin la protección y ventilación adecuadas. Las personas con asma, EPOC u otras afecciones respiratorias deberían extremar la vigilancia ante la presencia de moho en sus hogares.