El sorbete de granada no solo es una deliciosa opción para refrescarse en los días más calurosos del año, también es una receta cargada de simbolismo y tradición. La granada, fruta milenaria venerada en distintas culturas por su color, sabor y propiedades antioxidantes, se convierte aquí en la protagonista de un postre ligero, natural y lleno de matices. Este sorbete combina la intensidad del fruto con una textura suave y cristalina, ideal para cerrar una comida o disfrutar como un capricho saludable entre horas.
Además de su sabor equilibrado entre lo dulce y lo ácido, el sorbete de granada tiene ese toque exótico que lo hace especial. No es una receta complicada ni requiere de ingredientes difíciles de encontrar, pero sí merece mimo en su preparación. Ya sea para impresionar en una cena con amigos o simplemente para darse un gusto diferente en casa, esta receta es una forma perfecta de sacarle partido a una de las frutas más singulares de la temporada.
2Preparación de esta exquisita e histórica bebida

La elaboración del sorbete de granada comienza con el exprimido de las granadas. Lo ideal es desgranarlas cuidadosamente y pasarlas por un pasapurés o una licuadora potente, para luego colar el líquido resultante y eliminar cualquier impureza. A este jugo se le añade el azúcar y el zumo de limón, removiendo hasta que se disuelva por completo. En este punto, si se desea añadir un toque especial como el agua de azahar, es el momento ideal para hacerlo.
Una vez preparada la mezcla, se debe introducir en el congelador durante al menos cuatro horas. Es fundamental batir el sorbete cada 30 o 40 minutos con un tenedor o varillas para romper los cristales de hielo y lograr esa textura granulada y aireada que lo caracteriza. Si se dispone de una heladera, el proceso es aún más sencillo, ya que se puede programar hasta conseguir el punto deseado. En ambos casos, el sorbete de granada debe servirse bien frío y preferiblemente decorado con unas semillas frescas por encima.