Alicante, un hermoso lugar bañado por la luz del Mediterráneo, es mucho más que sol y playa. Esta ciudad costera encierra rincones poco conocidos que sorprenden por su belleza natural y su valor histórico. Uno de esos lugares, escondido entre acantilados y rodeado de aguas cristalinas, es la Isla de Tabarca, un destino que deja sin palabras a quienes se atreven a explorarlo.
Aunque muchos visitantes se limitan a disfrutar del paseo marítimo o de sus conocidas calas urbanas, lo cierto es que Alicante ofrece experiencias únicas a tan solo unos kilómetros de su núcleo urbano. Tabarca, la única isla habitada de la Comunidad Valenciana, es uno de esos secretos que permanece casi intacto, anclado en el tiempo y en el corazón del mar.
3Un viaje al pasado con sabor mediterráneo
Alicante te permite viajar en el tiempo sin salir del presente. En Tabarca, después de un paseo entre murallas y calas, nada mejor que sentarse en uno de sus restaurantes familiares a saborear un caldero tabarquino, el plato estrella de la isla. El pescado fresco del día, cocinado con arroz y alioli, cierra el círculo de una experiencia auténtica.
Volver al puerto de Santa Pola o de Alicante tras pasar el día en la isla deja una sensación difícil de describir. Es como regresar de un lugar donde el tiempo se detiene, donde el mar susurra secretos antiguos. Y eso, precisamente, es lo que convierte a Tabarca en ese rincón oculto que Alicante guarda con celo, esperando a que el visitante lo descubra con los ojos bien abiertos.
