El strudel de manzana es uno de esos postres que parecen sacados de una postal alpina. Tan cálido como el amor del hogar, aromático como un campo de lavanda y con ese toque crujiente tan característico que recuerda a los cafés vieneses. De origen austrohúngaro, este dulce se ha convertido en un símbolo de la repostería centroeuropea, especialmente en Austria, donde es casi un ritual acompañarlo con una taza de café o té caliente, y lo mejor es que hacerlo en casa no es para nada imposible.
Este postre, cuyo nombre original es “Apfelstrudel”, se caracteriza por su masa fina como el papel y un relleno especiado de manzana, pasas, canela y, a menudo, un toque de ron o nuez moscada. El strudel de manzana no solo destaca por su sabor, sino también porque es servido en porciones generosas, espolvoreado con azúcar glas y, si se quiere algo más indulgente, acompañado de crema batida o helado de vainilla. Aprender a hacerlo en casa es como abrir una ventana a la cocina centroeuropea más reconfortante.
2Preparación de un strudel de manzana que llega directo al corazón

El proceso de hacer strudel de manzana comienza con la masa. Después de mezclar los ingredientes y amasar bien, hay que dejarla reposar unos 30 minutos cubierta con un paño. Luego llega el momento más delicado, que es estirar la masa sobre un paño de cocina grande y limpio, hasta que quede casi transparente. Este paso puede parecer complicado, pero es parte del encanto artesanal del postre. Una vez estirada, se unta con mantequilla derretida y se distribuye el relleno por uno de los bordes.
Después, con ayuda del paño, se enrolla con cuidado como si fuera un brazo de gitano, sellando los bordes para evitar que se escape el relleno durante la cocción. Se coloca en una bandeja de horno engrasada o cubierta con papel sulfurizado, se pinta con más mantequilla y se hornea a 180 ºC durante unos 40 a 45 minutos, hasta que esté dorado y crujiente. El aroma que inundará la cocina será la mejor señal de que el strudel de manzana está listo.