lunes, 19 mayo 2025

Siente la arena del Sáhara bajo tus pies en esta Isla Canaria con un nuevo desierto

El fenómeno natural que ha convertido a Fuerteventura en un destino imprescindible para los amantes de los paisajes únicos continúa sorprendiendo a los visitantes año tras año. Esta Isla Canaria, conocida por sus extensas playas de arena dorada y sus aguas cristalinas, esconde un tesoro poco común en el territorio europeo: un auténtico desierto en pleno océano Atlántico. Las Dunas de Corralejo representan uno de los parajes más impresionantes del archipiélago, donde el viento ha modelado durante siglos un paisaje que evoca las lejanas tierras africanas, creando un espectáculo visual que deja sin palabras a cualquiera que lo contemple.

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Con una extensión que supera las 2.600 hectáreas, este espacio natural protegido desde 1982 se ha convertido en uno de los principales reclamos turísticos de la isla majorera. A pocos kilómetros del centro urbano de Corralejo, en el municipio de La Oliva, este mar de arena blanca contrasta de manera espectacular con el azul intenso del océano y crea un paisaje de otro mundo que transporta a los visitantes directamente al corazón del Sáhara. Los expertos en geología señalan que la arena de esta formación tiene su origen precisamente en el desierto africano, habiendo viajado miles de kilómetros arrastrada por los vientos alisios hasta depositarse en esta Isla Canaria, creando así una de las joyas naturales más impresionantes de todo el archipiélago.

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LA PECULIAR EXPERIENCIA DE CAMINAR ENTRE DOS MUNDOS

Adentrarse en las Dunas de Corralejo es una experiencia sensorial completa que despierta todos los sentidos. El tacto de la fina arena entre los dedos de los pies, el sonido hipnótico del viento modelando constantemente el paisaje y el olor a salitre que llega desde el cercano océano crean una atmósfera única. Los visitantes que recorren este espacio natural protegido experimentan una sensación difícil de describir, como si estuvieran simultáneamente en dos mundos diferentes. Por un lado, las formaciones arenosas que se extienden hasta donde alcanza la vista evocan los grandes desiertos africanos, con sus ondulaciones, sus cresterías y sus constantes cambios morfológicos.

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Por otro lado, a pocos metros se encuentra el intenso azul del océano Atlántico, creando un contraste visual que maravilla incluso a los viajeros más experimentados. Esta dualidad paisajística convierte a esta zona de la Isla Canaria en un destino único en Europa. Los amanecer y atardeceres son, sin duda, los momentos más mágicos para visitar las dunas. Durante estas horas, la luz rasante tiñe la arena de tonalidades doradas y rojizas, creando juegos de luces y sombras que transforman por completo el paisaje. Fotógrafos profesionales de todo el mundo eligen precisamente estos momentos del día para capturar imágenes que después recorrerán las más prestigiosas publicaciones de viajes y naturaleza, contribuyendo a difundir la belleza singular de este rincón de Fuerteventura.

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