domingo, 18 mayo 2025

Córdoba guarda un tesoro cultural que pocos han explorado

Córdoba es una ciudad que deslumbra con su Mezquita-Catedral, su barrio de la Judería o sus patios floridos, pero más allá de sus monumentos más fotografiados, esconde rincones donde la historia late con una intensidad diferente. Espacios que no aparecen en todos los itinerarios turísticos, pero que capturan el alma de una ciudad con miles de años de legado. Uno de esos tesoros poco explorados es Medina Azahara, la ciudad califal construida en el siglo X por orden de Abderramán III, a unos ocho kilómetros del centro cordobés.

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Visitar Medina Azahara es viajar al esplendor del Califato de Córdoba, cuando la ciudad era una de las capitales culturales más importantes de Europa. Sin embargo, pese a su relevancia histórica y su declaración como Patrimonio Mundial por la UNESCO, sigue siendo un enclave desconocido para muchos viajeros. Quizá porque no se encuentra en pleno centro o porque su apariencia actual, de ruinas parcialmente restauradas, no impacta tanto a primera vista. Pero quien se adentra en sus pasadizos, se asoma a sus restos de mármol o camina entre columnas caídas, descubre una Córdoba distinta, majestuosa y silenciosa.

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La ciudad brillante que quiso deslumbrar al mundo

Fuente: Pexels

Córdoba, en plena Edad Media, fue el centro de un imperio que rivalizaba con Constantinopla y Bagdad. Y Abderramán III, el primer califa omeya de al-Ándalus, quiso reflejar ese poder construyendo Medina Azahara, la “ciudad brillante”. Se levantó en tiempo récord, con materiales traídos de todo el mundo islámico, y su objetivo hacer una residencia real y también un símbolo del dominio califal. Tenía jardines, palacios, mezquitas y un sistema hidráulico que asombraba a los cronistas de la época.

El conjunto, sin embargo, cayó en el olvido apenas 70 años después, tras guerras internas que desmoronaron el califato. Desde entonces, quedó enterrado bajo siglos de tierra y silencio. Fue redescubierta a finales del siglo XIX y todavía hoy gran parte de la ciudad sigue bajo tierra, lo que le da un aire de misterio. Caminar por sus ruinas es intentar reconstruir una Córdoba que brilló como ninguna otra en Occidente.

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