Pocos placeres se comparan con la libertad que ofrece el asfalto bajo las ruedas, especialmente cuando se trata de sentir el viento en un vehículo de dos ruedas. Sin embargo, esa sensación embriagadora conlleva una responsabilidad ineludible, donde la seguridad no es una opción, sino una obligación, y la normativa vigente sobre el casco para la moto es meridianamente clara al respecto. Ignorar estas directrices no solo pone en jaque nuestra integridad física, sino que también puede suponer un golpe considerable para nuestro bolsillo y nuestro permiso de conducir.
No basta con llevar un protector craneal; la Dirección General de Tráfico es cada vez más taxativa con el uso correcto de este elemento vital. Las estadísticas no mienten, y un casco inadecuado o mal ajustado puede tener consecuencias fatales, convirtiendo un despiste o una mala elección en una tragedia evitable, además de acarrear sanciones económicas y la pérdida de puntos del carné. Por ello, conocer a fondo qué se considera un uso incorrecto y cuáles son las implicaciones es fundamental para cualquier conductor de moto que se precie de serlo.
1MÁS ALLÁ DEL CUMPLIMIENTO: EL CASCO QUE SALVA VIDAS EN TU MOTO

El casco no es un mero adorno ni una concesión a la galería para evitar una multa; es la barrera primordial entre nuestra cabeza y el duro asfalto en caso de accidente. Su función va mucho más allá de cumplir con la ley, se trata de una inversión en nuestra propia integridad física, un seguro de vida que, esperamos, nunca tengamos que poner a prueba de forma crítica, pero que debe estar siempre presente y en perfectas condiciones. Un impacto, incluso a baja velocidad, puede tener derivaciones neurológicas graves si la cabeza no está debidamente protegida, convirtiendo un simple trayecto en una pesadilla.
Existen diversos tipos de cascos en el mercado, desde los integrales, que ofrecen la máxima protección, hasta los modulares o jet, cada uno con sus particularidades y niveles de seguridad. La elección dependerá del tipo de moto que se conduzca y del uso que se le vaya a dar, pero lo fundamental es que cumpla con los estándares exigidos y se ajuste correctamente a la cabeza del usuario para garantizar su eficacia. Un casco demasiado holgado puede salirse despedido en una caída, y uno excesivamente apretado resulta incómodo y puede distraer al piloto.