Pocos placeres se comparan con la libertad que ofrece el asfalto bajo las ruedas, especialmente cuando se trata de sentir el viento en un vehículo de dos ruedas. Sin embargo, esa sensación embriagadora conlleva una responsabilidad ineludible, donde la seguridad no es una opción, sino una obligación, y la normativa vigente sobre el casco para la moto es meridianamente clara al respecto. Ignorar estas directrices no solo pone en jaque nuestra integridad física, sino que también puede suponer un golpe considerable para nuestro bolsillo y nuestro permiso de conducir.
No basta con llevar un protector craneal; la Dirección General de Tráfico es cada vez más taxativa con el uso correcto de este elemento vital. Las estadísticas no mienten, y un casco inadecuado o mal ajustado puede tener consecuencias fatales, convirtiendo un despiste o una mala elección en una tragedia evitable, además de acarrear sanciones económicas y la pérdida de puntos del carné. Por ello, conocer a fondo qué se considera un uso incorrecto y cuáles son las implicaciones es fundamental para cualquier conductor de moto que se precie de serlo.
3EL ABROCHADO PERFECTO: UN GESTO SIMPLE QUE MARCA LA DIFERENCIA EN TU MOTO

De poco sirve llevar el casco más caro y tecnológicamente avanzado del mercado si no está correctamente abrochado. Un casco suelto o con la correa mal ajustada puede salirse de la cabeza en el momento más crítico, que es precisamente durante un impacto o una caída. La DGT es muy clara al respecto, y considera que un casco mal abrochado equivale a no llevarlo, con las mismas consecuencias sancionadoras y, lo que es peor, idéntico riesgo para la seguridad del motorista. Parece una obviedad, pero las prisas o el desconocimiento llevan a muchos a cometer este error fatal.
El sistema de cierre, ya sea de doble anilla, micrométrico o de otro tipo, debe estar siempre bien ajustado, permitiendo como máximo que quepan uno o dos dedos entre la correa y la barbilla. Debe sentirse firme, pero sin llegar a ahogar o causar incomodidad excesiva. Antes de iniciar la marcha con la moto, es imprescindible dedicar unos segundos a verificar que el cierre está bien asegurado y que el casco se asienta de forma estable sobre la cabeza. Este simple gesto puede ser la diferencia entre un susto y una lesión irreparable.