La política socialista navarra María Chivite atraviesa una de sus etapas más agitadas en los últimos años. Sin embargo, la presidenta socialista la está sorteando por el desgaste de sus rivales políticos. Mientras la sociedad navarra observa con desconcierto la creciente inestabilidad, los partidos de la oposición parecen inmersos en una espiral de salidas, decisiones polémicas y crisis internas que podrían alterar significativamente el mapa político en futuros comicios.
La última sacudida en la oposición ha venido de la mano de Podemos Navarra. Begoña Alfaro, única vicepresidenta de la formación morada a nivel autonómico, ha anunciado que no se presentará a la reelección como secretaria general del partido en Navarra. Su decisión marca un punto de inflexión en la corta pero intensa historia del partido en la comunidad.
Alfaro, figura clave en la coalición Contigo Navarra y actual vicepresidenta tercera del Gobierno foral, deja un vacío difícil de llenar en un momento donde Podemos busca redefinir su espacio político a nivel estatal.
En declaraciones públicas, Alfaro ha insinuado que su renuncia se debe a las tensiones con la dirección estatal. La renuncia añade incertidumbre a la ya de por sí compleja estructura de la izquierda en Navarra, que podría reorganizarse de cara a las próximas citas electorales.
En el otro extremo ideológico, el Partido Popular también ha sufrido un terremoto interno. José Suárez, hasta ahora uno de sus referentes en Navarra, ha causado baja del partido tras la destitución de Amelia Salanueva como secretaria general.
Su salida agrava la ya de por sí frágil situación del PP en la comunidad, donde su implantación territorial sigue siendo débil frente a las fuerzas regionalistas y la competencia por el voto conservador es feroz.
EH Bildu tampoco escapa a las críticas. Aunque la formación abertzale mantiene una presencia sólida en el Parlamento de Navarra, ha generado controversia el hecho de que su líder foral, Arantza Izurdiaga, perciba su salario no del Parlamento navarro sino del vasco. Algunas voces de la derecha dicen que se trata de una incongruencia que evidencia una «doble dependencia» y pone en entredicho su compromiso con la política navarra. EH Bildu, por su parte, ha defendido la legalidad y transparencia de la situación, pero la polémica amenaza con erosionar su credibilidad entre sectores críticos y rivales políticos.
En otro ámbito del nacionalismo, Geroa Bai atraviesa momentos de zozobra tras el regreso de Uxue Barkos al Senado. La expresidenta navarra ha retomado protagonismo en Madrid, lo que ha generado un vacío de liderazgo efectivo en Navarra.
Según las últimas encuestas, la formación ha perdido apoyos, lo que algunos analistas vinculan a la falta de renovación interna y a la dependencia excesiva de la figura de Barkos. Aunque su experiencia parlamentaria es innegable, su alejamiento del día a día político foral ha reabierto el debate sobre la capacidad del partido para construir un relevo generacional sólido.
En el centro-derecha regionalista, Unión del Pueblo Navarro (UPN) enfrenta crecientes críticas por la actitud de la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola. Aunque sigue siendo la figura más visible del partido en la capital, Ibarrola ha sido señalada por su escasa participación activa en el Ayuntamiento.

La controversia se agudiza al saberse que sigue cobrando un sueldo público por su cargo, lo que ha suscitado quejas tanto de la oposición como de sectores sociales que reclaman mayor implicación de los representantes públicos. La situación ha encendido las redes sociales y abierto un debate sobre la transparencia y la ética política en el ámbito municipal.
Vox, por su parte, se ha quedado sin grupo parlamentario en el Parlamento de Navarra, lo que limita considerablemente su capacidad de iniciativa política. La formación se ha quedado sin grupo tras la renuncia de su candidata en 2023, Maite Nosti. En conjunto, el panorama político en Navarra parece marcado por la inestabilidad.
En este caldo parece sobrevivir indemne la presidenta María Chivite pese a los problemas con la sanidad pública y la industria que sufre la Comunidad Foral bajo su mando.