miércoles, 21 mayo 2025

Descubre el ‘asesino silencioso’ presente en muchas cocinas españolas que no es ni la sal ni el azúcar, pero puede poner en riesgo tu salud

La cocina española, reconocida mundialmente por sus sabores y tradiciones, esconde entre sus utensilios un asesino silencioso que pasa inadvertido para la mayoría de los ciudadanos. Nos preocupamos por reducir el consumo de sal, moderar el azúcar o elegir alimentos frescos, pero ignoramos un peligro que utilizamos a diario y que puede comprometer nuestra salud a largo plazo.

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Los plásticos se han convertido en protagonistas de nuestras cocinas por su practicidad, precio y versatilidad, acompañándonos en el almacenamiento, calentamiento y hasta en la cocción de alimentos. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que estos materiales, especialmente cuando entran en contacto con alimentos calientes, pueden liberar compuestos químicos potencialmente tóxicos que migran directamente a nuestra comida. Esta realidad silenciosa se transforma en un riesgo invisible que afecta a millones de hogares sin que sus habitantes sean conscientes de ello.

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LOS PLÁSTICOS: ALIADOS EN LA COCINA CON UN LADO OSCURO

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La comodidad que ofrecen los recipientes de plástico ha revolucionado nuestros hábitos culinarios, permitiéndonos conservar, transportar y calentar alimentos con facilidad. Los envases de polipropileno, poliestireno y otros polímeros forman parte integral del día a día en prácticamente todos los hogares españoles, desde los tuppers hasta las bolsas para congelar. Su uso generalizado se explica por ventajas evidentes: son ligeros, baratos, no se rompen y facilitan enormemente la gestión de las sobras y la organización de la nevera.

Sin embargo, esta conveniencia esconde una amenaza para la salud que se activa especialmente con el calor. Cuando calentamos alimentos en recipientes plásticos, ya sea en microondas o cuando servimos comida caliente en ellos, se produce un fenómeno conocido como migración química, por el cual diversos compuestos presentes en el plástico se transfieren directamente a los alimentos que luego ingerimos sin ser conscientes del asesino silencioso que estamos introduciendo en nuestro organismo. Este proceso se intensifica con las temperaturas elevadas, los alimentos grasos y el deterioro natural de los envases con el uso repetido.

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