El rugido del motor, el suave balanceo de la carretera bajo las ruedas, esa sensación de libertad que solo el asfalto ofrece, son elementos que, durante décadas, han sido sinónimo de la experiencia de conducir. Sin embargo, en la era digital que habitamos, la cabina de un coche se ha transformado en un epicentro de tecnología, donde pantallas, asistentes de voz y sistemas de navegación compiten por nuestra atención, y es precisamente en este terreno donde los despistes se vuelven un riesgo latente que puede salir muy caro. La DGT, consciente de esta realidad palpable en nuestras calles y carreteras, no cesa en su empeño por recordarnos que la seguridad al volante es una responsabilidad que va más allá de las normas básicas, adentrándose en el uso inteligente de las herramientas que la modernidad pone a nuestra disposición.
La manipulación de dispositivos electrónicos mientras se conduce, una práctica que lamentablemente se ha vuelto demasiado común, representa una de las distracciones más peligrosas y extendidas en la actualidad, con consecuencias que van desde una multa cuantiosa hasta, en el peor de los casos, la pérdida de vidas humanas. Es imperativo que la sociedad española interiorice que el volante no es un lugar para la multitarea digital; la carretera exige una concentración plena e ininterrumpida, cualquier interrupción, por breve que sea, puede tener repercusiones devastadoras para el conductor, sus acompañantes y el resto de usuarios de la vía. Estamos ante un desafío colectivo que requiere un cambio de mentalidad profundo, donde la comodidad de la conectividad no comprometa jamás la integridad de la conducción.
2LA ADVERTENCIA CLARA DE LA DGT: ¿CUÁNTO TE PUEDE COSTAR UN DESPISTE?

La Dirección General de Tráfico no es ajena a la alarmante estadística de accidentes causados por distracciones, y el uso indebido del GPS se ha erigido como un protagonista recurrente en este sombrío panorama. Sus campañas de concienciación y las modificaciones en la normativa de tráfico buscan precisamente atajar este problema, imponiendo sanciones que no son meramente punitivas, sino que buscan disuadir al conductor de incurrir en comportamientos peligrosos, dejando claro que el coste de un despiste va mucho más allá de una multa económica. La manipulación de dispositivos como el navegador en marcha es considerada una infracción grave, acarreando multas que pueden alcanzar los 200 euros y la pérdida de 6 puntos del carné de conducir, una penalización significativa que refleja la seriedad con la que se aborda esta conducta.
Más allá de la sanción económica, que sin duda impacta en el bolsillo del ciudadano, la pérdida de puntos en el carné de conducir tiene implicaciones a largo plazo que pueden afectar seriamente la movilidad de una persona. Sumar varios despistes de este tipo puede derivar en la retirada temporal del permiso, obligando al conductor a realizar cursos de reeducación vial para recuperarlo; esta medida busca reforzar la importancia de una conducción segura y responsable, inculcando la idea de que el privilegio de conducir conlleva una serie de deberes ineludibles. La DGT insiste en que estas medidas no son caprichosas, sino que responden a la necesidad de proteger a todos los usuarios de la vía, poniendo el foco en la prevención de siniestros.