La escalivada dulce es una reinterpretación audaz de uno de los platos más representativos de la cocina catalana. Tradicionalmente, la escalivada es una preparación a base de pimientos, berenjenas y cebollas asadas, servida como entrante o guarnición. Sin embargo, esta versión dulce transforma la esencia del plato y la convierte en un postre sorprendente, ideal para quienes desean experimentar con contrastes y reinterpretaciones gastronómicas sin perder el vínculo con la raíz mediterránea.
Esta receta de escalivada dulce juega con los sabores ahumados de las verduras asadas y los combina con ingredientes como la miel, el chocolate y las frutas secas, logrando un equilibrio entre lo rústico y lo delicado. El resultado es un postre inesperado que celebra la técnica de la cocina catalana a la vez que la traslada a un terreno completamente nuevo. Perfecto para cerrar una comida con estilo o como protagonista en una mesa de degustación creativa.
3Un postre que despierta la memoria y sorprende al paladar

La escalivada dulce no es un capricho moderno sin fundamento, sino una reinterpretación respetuosa y valiente de una receta ancestral. En ella, cada elemento juega un papel importante, desde el carácter de las verduras asadas hasta la suavidad del chocolate o el crujiente de los frutos secos. La escalivada dulce se convierte así en un homenaje a la cocina catalana desde una perspectiva creativa, capaz de sorprender incluso a los paladares más tradicionales.
Es un postre que despierta emociones, porque conecta con recuerdos de sabores conocidos, pero al mismo tiempo ofrece una experiencia completamente nueva y deliciosa. Servida a temperatura ambiente, con una copa de vino dulce o un licor de hierbas, esta escalivada dulce es perfecta para cerrar una comida con identidad. No es solo una curiosidad culinaria, es una prueba de que la tradición puede transformarse sin perder su alma. Una receta para quienes buscan algo más que un postre, una historia que se come, se saborea y se recuerda.